No podemos cambiar el pasado, no podemos volver
sobre nuestros pasos y hacer las cosas de otra forma. Los acontecimientos se
suceden con un pequeño impulso. Paseamos por un prado recogemos una flor de
color turquesa y miramos al sol a través de ella. Coger esa flor llevarla a
casa y colocarla en un pequeño vaso con agua puede ocasionar un cambio
sustancial. Respiramos y todo cambia, caminamos, dejamos huellas en el barro y
eso puede suponer un cambio en el futuro.
Pero llega mañana y piensas que si ayer hubieras
hecho las cosas diferentes ahora no estarías como estás. Pero de la misma
manera que es imposible cambiar el pasado es el mismo pasado quien se niega a
ser cambiado. Las cosas tienen su propia inercia y los acontecimientos están
esperando en la cola para ponerse en movimiento justo cuando les toque.
Alguien decide expresar un opinión, esa opinión es
sentida y vivida por otras personas que ponen un “me gusta” y sigue su vida,
pero aquel simple gesto hace que aquella idea se haga cada vez más grande y más
poderosa y por mucho que otros pretendan eliminar aquella publicación de los
corazones de las personas que la comparten, el pasado simplemente, no lo
permite.
Aunque viajar al pasado es imposible,
constantemente vivimos situaciones que nos hacen recordar otros momentos de
nuestra vida. Y entonces piensas que harás las cosas mejor y que no volverás a
equivocarte, pero eso no funciona. El pasado vuelve a ganar y la propia inercia
de las cosas recupera el lugar que le corresponde.
No podemos pretender controlar el mundo, ni poseer
la barita mágica que modifique las cosas a medida que van sucediendo para hacer
que ocurran a nuestro gusto. Si soplas suavemente una flor, los pétalos oscilan
con un suave movimiento. Pero si un fuerte viento sopla en un gran prado
salpicado de florecillas silvestres, el polen que hay en su interior impregnará
aquel viento y viajará allí donde las lleve, caerá sobre otras flores y se convertirán
en parte de otra vida.
Alguien expresa un sentimiento y es posible que sea
escuchado y haga reflexionar hasta el punto de que se entienda que un
sentimiento merece un respeto.
Pero si un millón y medio de personas expresan una
idea, una ilusión y un sentimiento, eso debería servir para que el pasado hiciera
las paces con el futuro, y un país pudiera recuperar su dignidad y la ilusión
de dejar a sus hijos un mundo mejor.
El pasado no puede ser cambiado, no se conseguirá
ni con amenazas, ni provocando enfrentamientos, ni siquiera a fuerza de ignorar
una realidad. El pasado ha decidido que debe seguir adelante, y cuando una idea
tiene más de un millón y medio de “me gusta” eso quiere decir que alguna cosa
tiene que cambiar.