LA FRASE

Me gustaría tener el tiempo necesario para disfrutar de tu compañía. Tú deberías tener la suficiente curiosidad para permanecer a mi lado y leerme de verdad.

miércoles, 28 de diciembre de 2011

LOS OJOS


Todo se mueve a demasiada velocidad, las cosas no se están quietas y giro como una peonza lanzada sin destino fijo. Los días son largos y de pronto oscurece demasiado temprano, las noches se alargan hasta que un día te das cuenta que nunca más volverás a ver la luna. Las cosas que no cambiaban, ahora parece que cada día adoptan formas distintas, forzamos las sonrisas y lloramos sin sentir tristeza. Todo está desordenado y los colores oscuros están mezclados con los rosas y blancos, vivimos en un mundo solitario lleno de gente por todas partes. Pero entonces levanto la mirada busco aquello que me da seguridad, intento encontrar todas las cosas que jamás cambiarán, busco fenómenos físicos que me hagan sentir que estoy segura y que, a pesar de las cosas que no puedo controlar, el resto seguirá igual. La mecánica, la termodinámica, el electromagnetismo, la relatividad especial y general, la mecánica cuántica, electrodinámica, la física molecular son fenómenos reales que notamos y observamos constantemente pero que no entendemos aunque forman parte de nuestro mundo, vivimos y morimos gracias al paso del tiempo, caemos al suelo porque existe una ley que así lo dice, somos seres cargados de energía y nos atraemos y repelemos como si fuéramos imanes de polos opuestos, pero a pesar de lo real, a pesar de todo he aprendido a mirar para encontrar el verdadero punto de referencia. He descubierto que lo mejor para no quedar atrapada en un mondo imaginario, en una realidad paralela donde todo parece que está del derecho y que jamás nada se tuerce, es encontrar unos ojos que miren por ti, que te vigilen sin perder detalle, que sean capaces de ver en el horizonte a los peores enemigos, a los farsantes y a los fantasmas. Unos ojos que puedas encontrar cuando te pierdas y que puedas seguir aunque todo esté oscuro. Los ojos que siempre estarán abiertos para ti y que nunca se ocultarán tras cristales oscuros para pasar desapercibidos. Yo hace años los encontré por pura casualidad, y desde aquel instante jamás he estado perdida, siempre he tenido una mirada que me ha guiado, unos ojos que desde el firmamento me enviaban la luz que necesitaba, la energía que pretendía y la alegría que buscaba, una mirada que me acompaña en todos los momentos de mi vida y que me ha dejado un camino de piedrecitas doradas que brillan incluso en la oscuridad, para que nunca me pierda. Es la mirada perfecta, es la verdadera respuesta a una realidad alternativa.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

EL PODER DEL "SI"


Existe un poder que se puede considerar casi sobre humano, es el poder de lo positivo, el poder del “sí”. Todo aquello que cabe en el saco de los positivo siempre te hace mucho más feliz. Dentro de este saco podemos meter: sonrisas, alegría, optimismo, buen humor, felicidad, amistad, compañerismo, generosidad, placer y algunas cosas más que te hacen sentir bien contigo misma.

Después cogemos otro saco, en este, tal vez tenemos que meter muchas más cosas como el odio, los celos, la envidia, antipatía, la avaricia, la fealdad, maldad, la venganza y todas aquellas cosas que no salen de forma natural, sino que forman parte de aquel comportamiento humano que requiere una planificación y que además convierten a las personas en feas y de aspecto desagradables, con mirada sin vida, y caras llenas de pelos que crecen sin control. Tal vez sea por eso que las brujas de los cuentos de hadas siempre tienen verrugas y pelos en la nariz.

Estoy segura que una vez observamos el contenido de cada saco todos elegiríamos el saco que menos pesa, el que llevamos a cuesta sin tatos esfuerzos y que además tampoco nos vemos en la obligación de disimilar o esconder.

Debemos empezar el día siempre con una sonrisa y haciendo aquello que más nos gusta. Experimentar placer o comer un dulce bombón de chocolate antes de ir a trabajar, puede ser lo único que necesitas para sentir que va a ser un día perfecto. Dar los buenos días a los que te cruzas por la calle o dedicar a tus compañeros comentarios agradables, son las pequeñas cosas que hacemos para sentirnos un poquito mejor.

Hace unos días sentí lo triste que se debe sentir una persona que carga un saco en el cual no cabe el “sí”, en el que no existe ni una pizca de positivismo, esta persona lleva una pesada carga que ella misma ha ido recogiendo en los últimos años, el odio, el rencor, el resentimiento, los celos, son algunas de las cosas que guarda con recelo y que carga cada día sin pensar que lo mejor que podría hacer es dejarlo atrás y empezar a llenar su saco de cosas buenas.

Esta persona hizo un discurso delante de un montón de gente, tenía la intención de dar un mensaje de optimismo y de esperanza, pero todas las palabras que salieron de su boca, todo lo que dijo, hizo el efecto contrario. Esta persona no tiene el poder del “sí”, ha olvidado lo que se siente cuando haces alguna cosa buena y sin pensar egoístamente, esta persona ha perdido su karma.

No existen héroes con capa y mayas que vuelan por el mundo ayudando a los demás, no existen hadas o genios que conceden deseos y nos hacen la vida más fácil, tampoco existe la posibilidad de variar el futuro utilizando el poder mental. La única fuerza, el único poder que las personas normales tenemos es el poder de influir en los demás utilizando el “sí” , podemos mirarles a los ojos, podemos aprender como piensan y podemos averiguar lo que desean y si, está en nuestras manos, podemos dárselo.

En una época de buenos sentimientos, en un momento en que todos esperamos la entrada de un nuevo año, y por tanto una nueva oportunidad, siempre es bueno decidir que un cambio de vida siempre nos puede beneficiar, podemos pensar como seguir llenando nuestro saco con sosas positivas a la vez que abandonamos por el camino el contenido del saco que más odiamos y del que no soportamos depender. Todos debemos encontrar la mejor manera de hacerlo. Es mucho más fácil transmitir seguridad, optimismo y esperanza si son estos los sentimientos que de verdad tenemos, que no intentar fingir el comportamiento ficticio de un recuerdo.

viernes, 9 de diciembre de 2011

NAVIDAD





No me gusta la Navidad, no creo en lo milagroso del árbol ni del pesebre ni de la estrella de Oriente. Tal vez mi desencanto está ocasionado por el exceso de expectativas. Tal vez siempre he pensado que deberían pasar cosas extraordinarias que después nunca acaban pasando. Los cuentos de Navidad, los villancicos, la fábulas incluso el cine, están llenas de historias navideñas en las que los malos dejan de serlo, los pobres encuentran el enorme pavo para llenar la mesa e incluso el mundo se vuelve un poco mejor justo a partir del 25 de diciembre. Pero la realidad es otra muy distinta.

Es posible que el único secreto sea dejar de esperar demasiado de las cosas. Podría ser que el secreto estuviera simplemente en disfrutar de lo que tenemos cerca, tal vez lo único que cuenta es la felicidad inmediata de estar junto a los que te quieren y esperar que aquellos que no están a tu lado, se encuentren bien. Intentar solucionar los problemas durante una noche mágica, por desgracia no parece posible.

Me imagino el gran número de familias que este año no podrán llenar sus mesas, o el árbol estará más vacío que otras veces. Me imagino de qué manera podrán superar la tristeza de los momentos difíciles que deben estar viviendo y me siento egoísta e injusta por no entender o saber encontrar el verdadero sentido de la Navidad.

Las calles iluminadas, los comercios con sus aparadores llenos de adornos navideños, el Papa Noel repartiendo caramelos y los largos paseos por centros comerciales abarrotados de gente no esconden el verdadero sentido Navideño. Comer de forma desmesurada, regalar cosas inútiles y convivir con familiares insoportables tampoco nos hará descubrir nada nuevo.

Seguro que en algún momento de mi infancia sentí la verdadera ilusión, aquella que sólo pueden sentir los niños. El problema es que lo debo haber olvidado, porque por mucho que lo intento, no soy capaz de encontrar el remoto rincón de mi cerebro donde guardé mis recuerdos.

Pienso que una buena manera de volver a sentir la ilusión es la de compartir con los demás, compartir la felicidad, tener paciencia y tolerancia, reconocer nuestros errores y apreciar el esfuerzo ajeno. Son pequeñas cosas que nos puede ayudar a ser un poco mejores. De la misma manera que podemos dar cosas sencillas a los demás podemos pedir las mismas cosas sencillas. En mi carta a los Reyes Magos de este año tal vez pida cosas como más paciencia, menos resentimiento a mi alrededor, más compresión y no estaría demás pedir que se derrumbaran de una vez barreras altísimas que alguien, en un momento determinado, pensó que debía construir a mi alrededor.

Tal vez se podría pensar que como propósitos son demasiado pobres teniendo en cuenta los tiempos que vivimos, que sería mucho mejor pedir que nos toque la lotería o que tengamos mucho más dinero del que hemos tenido durante este año que dejamos atrás, pero a la vez me doy cuenta que una de las cosas que nos hace perder la ilusión, es precisamente eso, que pedimos cosas muy difíciles, imposibles o que simplemente que están fuera de nuestro alcance, y por mucha ilusión que pongamos, siempre nos sentimos insatisfechos.

No hace mucho me preguntaba si podría hacer más por ayudar a los demás o simplemente por colaborar para solucionar los problemas de la crisis en los que estamos inmersos. La respuesta es que sí, siempre se puede hacer un poco más, siempre se pude hacer más esfuerzos y siempre tendremos la sensación que nos quedamos cortos.

No creo que necesite que me visite los fantasmas del pasado, presente y futuro. No creo que me tenga que ver desesperada, encendiendo cerillas para calentarme en las frías calles y tampoco corriendo por las calles repartiendo regalos y sonrisas a todo el mundo. Tal vez lo único que necesito para volver a recuperar la ilusión es sentirme feliz de tener cerca a mis seres queridos, saborear el amor mucho más de lo que saboreamos los turrones y las neulas y aprender a reírme de las cosas que no salen como espero.

jueves, 24 de noviembre de 2011

PASION


“Osho: Aquí, junto a mí, os habéis reunido con un propósito especial: la búsqueda de la verdad, la búsqueda de la forma más pura de amor. Encontraremos que amor, deseo y pasión son la misma cosa. Si destruimos lo uno, destruimos lo otro.”

No se puede reprimir el deseo, es parte de nuestra energía y cualquier intento de apaciguarlo, coartarlo o disciplinarlo nos puede llevar a tener que soportar un eterno conflicto con nuestra inconsciencia. No forma parte de nuestro aprendizaje dominar la energía del deseo. Destruir el deseo nos lleva a destruir la sensibilidad así como la intensidad de nuestra alma.

Aunque nos consideramos seres racionales, somos pura energía. Utilizamos la energía para levantarnos por la mañana, sobrevivir a las adversidades, para odiar, para amar en fin para cualquiera de las cosas que hacemos de forma cotidiana. Pero la energía del deseo no se puede encerrar en un frasco para impedir que salga al exterior, aunque consigamos durante un tiempo controlar sus efectos y aprendamos a utilizarla a favor de nuestras relaciones, el deseo sigue siendo una fuerza incontrolada que en cualquier momento debemos dejar salir.

Hasta las religiones considera el deseo como la fuerza más profunda y necesaria para sentir la fe y poder servir a sus Dioses. Necesitamos el deseo para apasionarnos de las cosas, si deseamos que algo suceda, la misma energía que se desprende de nuestro cuerpo y nuestros actos ayuda a que las cosas ocurran, por tanto, no podemos vivir una vida real sin dejar que la pasión y el deseo nos lleven por el mejor camino.

Un día abres los ojos y te das cuenta lo hermoso que es el mundo que te rodea, ves la belleza de las personas y esa misma belleza forma parte del mismo deseo de alimentarte de la energía de los demás utilizando la tuya propia. Sí que es cierto que existen personas que han tomado la difícil decisión de racionalizar todos sus actos, de controlar hasta límites insospechados el punto pasional que todo ser humano necesita como fuente de fortaleza, es por eso que estas personas se vuelven frías y envidian, inconscientemente, a las personas apasionadas se convierten en personas que has de evitar a toda costa.

No se debería entender la vida sin deseo, no se puede observar el deseo desde la distancia y pretender no querer participar de él, sería como dejar a la vista un alimento exquisito y no permitir que puedas olerlo o saborearlo. Deseamos aquellos que nos gusta, deseamos lo que amamos y deseamos lo que desconocemos, todo ello es parte de la autodefensa de las personas para no perder la esencia de lo primitivo, el puro instinto que, en cierto modo, es lo que hace mover la parte más irracional del ser humano.

Para entender nuestros deseos tenemos que aprender a conocernos, ya que, partiendo de la base que no debemos reprimirnos, sí que conociéndonos en profundidad, podemos utilizar la energía del deseo de forma inteligente y siempre en nuestro beneficio, porque, de la misma manera que el deseo nos puede aportar las mejores sensaciones y experiencias, también pueden contribuir a la destrucción de nuestra estabilidad.

Pasión es dolor, inteligencia, amor, sabor, sentir…. Tan solo con pasión puedes llegar a conquistar la eternidad del placer.