LA FRASE

Me gustaría tener el tiempo necesario para disfrutar de tu compañía. Tú deberías tener la suficiente curiosidad para permanecer a mi lado y leerme de verdad.

sábado, 22 de diciembre de 2012

El Fin del Mundo



Ayer se terminó el mundo, hay muchos que no se han dado cuenta, que van por la vida pensado que nada ha ocurrido. Miro el Facebook y veo que los comentarios son los de siempre, hablan de los Mayas, como no, hablan de la independencia, de las retalladas y critican a unos y otros partidos políticos, ya empieza a ser cansino, cuelgan arbolitos y felicitaciones navideñas, pero tal vez ayer se presentó una oportunidad única, una ocasión que nos enviaron los Mayas hace tiempo para ayudarnos a reflexionar sobre nuestra existencia y sobre nosotros mismos.

En el 2008 mi vida sufrió un cambio brusco, algunos pensaron que era el momento de darme una especie de escarmiento, de obligarme a renunciar a algunas cosas que tal vez no necesitaba, y decidieron que hacerme la vida imposible se podía convertir en un entretenimiento bastante interesante. Pasé así hasta el 2010 pero en estos dos años me había convertido en una persona mucho más fuerte. Había aprendido que todo aquello que me quitaron y que pensaron que me entristecería, era simple y llanamente cosas que no necesitaba. Me di cuenta que existe una vida más allá del ámbito laboral, y me sentía mucho más fuerte de espíritu. Pero aún así estas personas que se divertían a mi costa, me seguían viendo como un espécimen interesante, seguían experimentando conmigo y yo por mi parte cada vez aprendía más y más las cosas que importantes de la vida.

Ahora estamos terminando el 2012 y tan solo conservo recuerdos desagradables de los años pasado, ahora siguen buscando excusas para hacerme infeliz, pero la verdad es que ya no les queda nada, y lo poco que les queda realmente no me importa en absoluto. He aprendido mucho en estos cuatro años, he recuperado personas que me querían y he descubierto que me siguen queriendo y mucho, he mantenido la amistad con compañeros de viaje que también sufrían como conejito de indias encerrados en una jaula. Pero es cierto que la amistad se hace más fuerte cuando más dificultades tienes que compartir. He mirado a la cara a un hombre que ha conseguido sobrevivir, que ha pagado un precio alto, con su propia salud, pero que aún así está lleno de energía y quiere volver a ser mucho mejor persona de la que fue en el pasado.

Todo esto, todo lo vivido en estos años me ha enseñado una cosa, y esa cosa es que debemos aprender a dar la importancia a las cosas verdaderamente importantes.

Ayer se terminó el mundo, y hoy estoy sentada escribiendo y no me atrevo a salir a la calle. Hay silencio, el cielo es azul y todo en casa está muy tranquilo. Estoy convencida que debemos afrontar este cambio como algo espiritual y tenemos la obligación de cambiar cosas importantes en nuestra vida, tal vez sea nuestra última oportunidad. Lo primero que haré será perdonar, creo que no es bueno empezar una nueva vida con rencor en el corazón. Y a pesar que se que algunos no se darán por aludidos, yo les digo: _ Te perdono, perdono todo aquello que has hecho para perjudicarme, te perdono por ser una inútil emocional y te perdono por tu poca imaginación. También aprovecho para perdonarte por existir, ya que he entendido que estamos en un mundo imperfecto, y tu no tienes la culpa de haber nacido. Te perdono y a partir de este instante dejas de ser alguien importante en mi vida_

Lo segundo que debería hacer es ser un poquito mejor persona, no enfadarme, ayudar a los demás, aunque alguien podría pensar que tengo una actitud paternalista, lo cierto es que me alimento de la energía positiva de los otros, y si puedo transformar esa energía me considero una persona afortunada por haber nacido con este don.

Seguramente tendré que hacer muchos  más cambio en mi vida, pero creo que de momento tengo trabajo con mis dos primeros propósitos. El día después de que el  mundo se haya acabado reflexionemos sobre nuestro pequeño mundo particular, reconozcamos lo que hacemos mal, miremos más allá de nuestra nariz y decidamos que cosas son importantes. El mundo que nos proponemos es el mundo que tendremos y el que dejaremos a nuestros hijos, con una pequeña porción de nuestra voluntad podemos cambiar cosas importantes.

Ayer se terminó el mundo y me siento feliz de seguir viva, estoy encantada de poder respirar, de moverme y de notar el sabor de los alimentos. Soy una persona satisfecha de sentir placer y tener tanta capacidad para amar y para dar placer a los demás. Ni el dinero, ni el poder, ni el estatus ni siquiera la fama, proporciona tanto bienestar interior, es cuestión de probar otras formas de vida.

martes, 18 de diciembre de 2012

EMOCIONES



Camino dando un paseo y miro a mi alrededor y me siento rodeada de gente, cada persona cada individuo emite una energía, esta energía son las emociones. Nuestro instinto, lo que pensamos conscientemente y lo inconsciente proviene de las emociones. El único inconveniente es que no sabemos como sentirlo, no somos capaces de dejarnos llevar. En realidad es mucho más sencillo de lo que podría parecer, incluso el simple echo de elegir un nuevo teléfono móvil nos comporta una emoción, hacemos números, comparativas de ofertas, estudios de ahorro, pero en el fondo lo más sencillo es detenernos unos segundos y sentir nuestras propias emociones al pensar en una elección u otra.

Las emociones hace que conectemos con personas ajenas a nosotros, alguien que no hemos visto nunca se acerca y te habla, y entonces sientes cosas, normalmente es una mezcla de emociones que no sabemos identificar pero tan solo hemos de parar unos segundos y abrirnos a las sensaciones que nos entran.

Estamos deseando conocer a alguien con la que tan solo hemos hablado por teléfono y cuando oímos su voz nos imaginamos, no a una persona, si no a un conjunto de emociones que es la verdadera realidad de lo que conocemos.

Somos humanos y necesitamos el contacto físico, necesitamos que nos acaricien que nos besen y sentir un escalofrío el final de la espalda, pero nada de esto nos daría satisfacción si no identificáramos la parte física con la parte emocional. Muchas veces nos negamos o negamos a nuestra mente la posibilidad de emocionarnos ante cosas cotidianas, un saludo, un recuerdo, una palabra. Cada vez las personas nos encerramos más en nosotros mismos, cada vez nuestro espacio para emocionarnos es más reducido. Estamos relegándolo a un espacio de música a una película o al momento de intimidad con la pareja. Pero sentir emociones no puede ser como cuando enciendes un interruptor, no puedes encender o apagar a tu antojo, porque las emociones siempre están a flor de piel siempre tienen su momento para aparecer e ignorarlas nos ocasiona estrés y nos altera el alma. Siempre podemos aprender a controlar estas emociones, pero debemos dejar que fluyan por nuestro cuerpo, debemos dejar que nuestra mente se pare durante unos segundos para sentir, para emocionarse, y pasado este instante puedes seguir adelante. Si intentamos ignorarlas, es cuando los sentimientos se convierten ira, nos hace estar enfadados y no nos deja ver las cosas con una perspectiva adecuada. Encuentra aquel instante de intimidad, aquel momento de soledad bajo las sábanas blancas y el contacto de una piel, y una vez estés allí deja que las emociones te cubran y te transporten al paraíso de las sensaciones.

Conocemos a personas, compartimos el hogar, el trabajo, el ocio, pero casi nunca hacemos caso a las sensaciones que nos aporta el contacto con ellas. Si una persona  hace sentirnos mal, incómoda o simplemente un notamos un rechazo irracional, forma parte de las emociones que sentimos hacía ella, no debemos ignorarlas, debemos identificar estos momentos y si es necesario alejarnos lo más posible. Las emociones nos ayuda a estar en paz con nosotros y con nuestro entorno, de la misma manera que otras veces estar cerca de alguien nos dispara un sentimiento de placer o de bien estar, ¿por qué tenemos que renunciar a este sentimiento si la emoción que nos aporta nos ayuda? Muchas veces evitamos estos contactos porque nos empeñamos en valorar las cosas como bien o mal, valoramos si es correcto o incorrecto, pero olvidamos que esta emoción que sentimos en aquel instante es energía y que es una energía positiva y por lo tanto la debemos aceptar y aprovecharnos de ella.

En el fondo somos animales que nos movemos de forma instintiva, pero la mayoría de veces dejamos que la parte más racional de nosotros nos dirija y nos lleve a momentos caóticos del espacio y del tiempo, cuando lo más sencillo sería dejarse llevar por las emociones y por nuestro propio instinto. Es sencillo, adivinar lo que la otra persona desea de ti, lo que necesita recibir y tú lo que necesitas dar en aquel instante, cierra los ojos y deja que la energía fluya por tu cuerpo, acepta aquello que estás sintiendo y déjate llevar aunque solo sea por un instante, abre los ojos y actúa, la mayoría de veces será un gesto, una paso que te haga estar más cerca de la otra persona o una simple sonrisa y ese pequeño acto ese impulso, servirá de vía de comunicación y de transmisor de emociones.

“Cierro los ojos y siento tu sonrisa y que tus ojos me miran atentamente, y cuando los abro simplemente estás allí esperando que me acerque y volvamos a empezar”

miércoles, 12 de diciembre de 2012

EL CIELO EN UN DIBUJO



Miro el dibujo y veo cosas hermosas que hace años que no veía. El cielo está pintado de azul muy clarito, en algunas partes el lápiz no ha conseguido dejar ningún rastro, pero esto le da profundidad y parece que sea un cielo mucho más real. En la parte posterior izquierda muy cerca de un sol radiante pero sin rayos, el azul es mucho más intenso, cualquier diría que el amarillo luminoso le da un toque de fantasía, como de un cielo de un cuento donde los protagonistas son los pájaros.
Pero en el cielo pintado no hay pájaros, tan solo alguna nube solitaria sin forma definida que por timidez no se atreve  a acercarse al sol ni siquiera para intentar tapar y proteger de su luz.

Un poco más abajo el cielo queda bruscamente interrumpido por un horizonte desigual. Al principio parecen altas montañas que terminan bruscamente en picos imposibles de ser escaldos. Pero cuando te fijas con mayor atención puedes ver que las montañas no son tan abruptas, y que el horizonte es mucho más lineal. Pero en las montañas son suaves pendientes alguien ha dibujado pequeños caminos que llegan desde la falda hasta pequeñas manchitas coloreadas, cuando las miras más de cerca veo que son casitas. Algunas con los tejados rojos, otras con los tejados negros y hasta se puede distinguir algún campanario.

Es un dibujo muy bonito, un poco más abajo de las montañas y a un tamaño mayor alguien ha dibujado un río. Es un río que lleva muy poco agua pero no faltan rocas pintadas aquí y allí, están puestas de forma que alguien podría cruzarlo sin apenas dificultad. Pero en el dibujo no hay personas, ni animales ni insectos que vayan de flor en flor. Sí que hay muchos colores, colores que decoran flores, margaritas, amapolas, flores de color lila, rosa y naranja, flores de colores brillantes. Alguien ha dibujado también algunos árboles, parece que sea primavera porque están pintados de un verde brillante e incluso en alguno de ellos, alguien ha pintado alegres florecillas. Hasta aquí el dibujo parece normal, es el dibujo de un niño que quiere pintar alguna cosa hermosa. Pero una y otra vez lo miro y siento soledad, es como si el mundo se hubiera parado en aquel paisaje intentando aparentar normalidad, pero que cuando lo miras atentamente si intentas entenderlo, algo te dice que está incompleto, es un dibujo sin vida, no hay viento y todo está estático, no hay sonido y nada tiene vida en aquellos trazos de colores alegres y chillones.

En un rincón hay un niño que me está mirando mientras yo analizo su dibujo. Estoy segura que es suyo porque mueve los ojos al mismo ritmo que los míos se pasean por los trazos irregulares. Al fin se acerca hasta donde estoy y me pregunta si me gusta. Lo hace tímidamente, lo hace con gran curiosidad e insistencia y tal vez sabiendo de antemano cuál será mi respuesta:
_ Sí, es muy bonito. Hay montañas con casitas e incluso he visto el campanario de una iglesia. Las flores son alegres y el río, aunque lleva poco agua parece pensado para refrescarse en las calurosas tardes de verano.

El niño me observa muy atento y sonríe, parece satisfecho con  mi respuesta pero sabe que no he terminado, espera incluso prestando mucha más atención que antes.

_ Pero en tu dibujo faltan cosas importantes, faltan personas, tal vez estaría más bonito con niños jugando a ver quien lanza la piedra más lejos, o tal vez faltaría algún animalito correteando por entre los árboles. Un pájaro sería perfecto para que el cielo fuera mucho más hermoso de lo que has dibujado.
El niño deja de sonreír, parece que no le gusta lo que estoy diciendo, parece que no está muy de acuerdo. Se acerca y también empieza a mirarlo y al cabo de unos pocos segundos me dice:

_ Mi mundo era un mundo gris, donde yo vivía no veía árboles, ni montañas, ni ríos, el cielo era oscuro y siempre había niebla, el sol no nos visitaba a menudo y cuando lo hacía, duraba tan poco que casi no valía la pena salir a buscar sus rayos. Dibujé el lugar donde me habría gustado vivir, he visto fotografías y otros dibujos y he pensado que cogería un poco de cada uno hasta conseguir mi dibujo ideal. Pero no puedo dibujar personas porque ahora es aquí donde vivo, y aunque llevo ya un tiempo no veo nunca a nadie. Es un mundo hermoso pensado y dibujado tan solo para mi. Antes, cuando vivía en el sitio gris, las personas que estaban conmigo eran malas, me hacían daño y por las noches tenía tanto miedo que no podía dormir. Siempre tenía hambre, y mucho frío. Si quería comer lo hacía a escondidas y nunca nadie me abrazó y me dijo que me quería. Solo pensaba en salir de aquel lugar, en escapar y no tener que volver nunca. Un día alguien entró a la fuerza en mi habitación, olía mal y decía palabras muy feas, me cogió del cuello y lo último que recuerdo es que no podía respirar. Me quedé dormido y cuando desperté me encontré que estaba viviendo dentro en mi dibujo.

Mientras el niño hablaba yo no podía dejar de mirar aquel extraño dibujo, pero ahora algo había cambiado, en el cielo volaba un pájaro, parecía una gaviota, y algunas abejas revoloteaban entre las flores. Un conejito asomaba su cabeza entre el tronco de dos árboles y un perro olisqueaba la pared de una casa. Y fue en esta casa, en una pequeña ventana que alguien había dibujado en la parte más alta del edificio casi tocando al tejado, cuando vi la cara de un niño, me miraba y estaba sonriendo, y con su pequeña mano me saludaba alegremente.