LA FRASE

Me gustaría tener el tiempo necesario para disfrutar de tu compañía. Tú deberías tener la suficiente curiosidad para permanecer a mi lado y leerme de verdad.

miércoles, 24 de octubre de 2012

La soledad del mar

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El mar está triste, se siente solo en una tarde de otoño. No hay niños jugando con su arena, ni bañistas llenando sus aguas de risas, el mar se siente triste observando un paisaje solitario bajo el sol radiante de un día otoñal. Tan solo le hace compañía algún que otro pescador, alguien extraño de la vida, un  buscador de tesoros enterrados en la arena o tal vez alguien anónimo, solitario que pasea sin atreverse a tocar el agua fría.
Pero a pesar de la soledad, el mar ansía vivir la vida de los hombres, sentir sus debilidades, tocar el amor con la ayuda de la brisa del viento. Por eso se siente feliz cuando un día aparecen personas que se encuentran en aquel pequeño pedacito de naturaleza para confesarse su amor. Se abrazan sobre la dorada arena, se besan con la ayuda de la brisa y se susurran dulces palabras que llegan hasta el sonido del mar como si de una caracola se tratara. “Te amo”, “estaré triste”, “no puedo seguir a tu lado”. Y el mar empieza a notar la tristeza que acompaña a las palabras. El amor es como un verano caluroso, por mucho empeño que pongas en conservar el calor del sol no puedes mantenerlo a tu lado para siempre. Lo deseas, lo necesitas, pero sin saber como, se marcha y se aleja de tu lado. El mar conoce esa sensación y le entristece aún más no poder ayudar a la mujer que sufre aunque intenta sonreír, que siente un tremendo dolor en su corazón aunque sus dedos juguetean constantemente sobre una piel blanca y suave.
El mar sabe que hay separaciones que son inevitables, pero también sabe que se puede consolar al ritmo de la olas, que las gaviotas danzan gracias a la música del viento, que la piel es mucho más suave cuando se toca con amor. Desde el horizonte el mar es un simple observador de lo que ocurre en su playa, no puede hacer nada, se limita a mirar y espera que llegue el momento de ofrecerse como una cuna para mecer el dolor de la despedida.
Es tan solo un instante, es tan solo una parte muy pequeña de un número infinito de tiempo que hace que todo se pare, el viento se queda muy quieto y en silencio, las olas dejan de romper en la orilla, las gaviotas no se atreven a decir nada, están a la espera que todo vuelva a moverse. Y entonces una figura se levanta y camina en solitario por el mar testigo de un dolor mudo, arrastra los pies para hundir sus dedos bajo la arena y se aleja del hombre que la mira, sabe que la desea, sabe que jamás podrá olvidar su olor, su sonrisa y sus besos. Pero decide que es mejor dejarla marchar, es mejor que cada uno siga el camino que debe seguir. Los dos llorarán pero para ella será peor, los dos recordarán, pero ella no podrá borrar los recuerdos de su mente, los dos desearán volver, pero tan solo a ella le quedará el recuerdo de aquella tarde, cuando a la sombra de una nube de otoño confesó sus sentimientos. Se marchó sin volver la vista atrás pero se llevó con ella un pedacito de aquel mar que fue testigo del final de una vida.

miércoles, 17 de octubre de 2012

LA SEÑORA DESTINO?






¿Dónde está el límite? ¿quién marca las barreras que se pueden sobrepasar y las que no? ¿Qué lugar ocupa el sentido común en nuestros actos?

Tal vez sea la propia vida la que determina el pasado, presente y futuro que nos toca vivir. Tal vez sea el propio destino el que determina el por qué suceden las cosas, e incluso el papel que a cada uno nos va a tocar interpretar. Es el destino quien escribe un guión a medida de cada individuo, y hace lo posible para que se cumpla aquello que está escrito.

Es curioso como llega un día que miras hacía atrás y justo al mismo instante dices: _ No es bueno hacerlo, hay que mirar al futuro, hay que mirar al mañana hay que afrontar los nuevos retos_ pero cuando te giras de espalda ves que no siempre es fácil de conseguir. 

Hace cuatro años, año 2008 fue el año que muchas cosas empezaron, muchas cosas terminaron, y demasiados cosas se desperdiciaron. Hace cuatro años el destino decidió que se aburría, pensó que sería buena idea reescribir el guión de un puñado de vidas y crear el caos simplemente por “¿diversión?”. La vida cambia cada día, nada de lo que había funcionado hasta aquel momento, volvía a funcionar. Las cosas que tenían explicación dejaron de tenerla y lo malo se convirtió en algo rutinario.

Pero al cabo de los años te preguntas donde estará el límite de tu resistencia, ¿cómo sabrás que has llegado a ese límite? Como reconocerás en ti misma que ya no puedes esperar ni un minuto más, que debes empezar a gritar, que has de correr más rápido que los demás, que puedes explicar la verdad en voz alta y que da igual quien las escuche, porque la verdad siempre debe ser explicada.
Pero la resistencia humana no tiene límites, siempre nos decimos que será la última vez, que el destino no volverá boicotearnos la vida, que conseguiremos parar los caprichos de un loco guionista de historias imposibles. Pero siempre aguantamos, siempre nos resignamos y seguimos esperando a que el destino encuentre otra diversión y que se olvide de nosotros, que nos deje vivir en paz y sobre todo esperamos que el destino deje de comportarse como una psicópata sin sentimientos.

El mundo parece desmoronarse a nuestro alrededor, las personas están perdidas y buscan constantemente un pico de esperanza para seguir caminando hacía el futuro. Muchas veces nos sentimos como si estuviéramos hablando por una línea sin final ya que no hay nadie al otro lado escuchando. Pero el destino no es perfecto, incluso en ocasiones resulta poco hábil y se olvida que existen vías de escape, y que podemos vivir nuestras vidas, elegir el camino y ver la luz en un horizonte que aunque lejano, pude llegar a ser visibles incluso desde la distancia. Sabemos que podemos, que debemos y que nos merecemos aprender a soportar la carga que nos ha tocado y que tenemos derecho a afrontar el futuro sin renunciar a la esperanza de que el mundo puede ser mejor, sobre todo si ella no está.

¿Dónde está el límite?, el límite nos lo ponemos nosotros mismos.
¿quién marca las barreras que se puede sobrepasar y las que no? nosotros mismos debemos marcar esa barrera, y no debemos dejar bajo ningún concepto que se traspasen.
¿qué lugar ocupa el sentido común en nuestros actos? El sentido común ha de tener un lugar especial, singular y prioritario en nuestras vidas, ha de ser la alarma que nos advierta.

martes, 9 de octubre de 2012

RECICLAR SENTIMIENTOS


No debemos desperdiciar nada, no podemos tirar cosas que puedan ser reutilizadas y menos aún sin estar seguros que nunca más lo volveremos a necesitar. 



Es María una mujer práctica, vital, empática y sobre todo muy, muy activa. Dedica el tiempo a lo que puede o a lo que la dejan, nunca tiene ni un minuto para sumirse en la holgazanería y normalmente consigue equilibrar su estado anímico para poder estar siempre a la altura de lo que ella misma se exige.

Pero María también es una mujer con pasado, un pasado lejano que guardó un día en una caja adornada de flores de diferentes colores y que con el tiempo, ha ido perdiendo la intensidad de los primeros años. Un día María decidió que no quería volver a amar, sintió que había desperdiciado muchos momentos de su existencia con sentimientos y emociones que no la habían llevado a ninguna parte. Seguía siendo increíble, seguía teniendo un millón de amigos, y seguía siendo la mujer que muchos hubieran deseado en sus vidas, pero se había convertido en una mujer sin emociones verdaderas.

María también tenía un ritual que repetía cada día sin descanso, era un ritual que la hacía sentir viva, que la acercaba a la realidad de la soledad pero que a la vez le hacía reforzar la creencia de que la vida es el mejor regalo que alguien puede tener. Ella se sentía así todos y cada uno de los días que había vivido desde que nació. Recordaba a su madre, una mujer dura y de la que no conservó ni el cariño ni el respeto que seguramente se hubiera merecido. Recordaba a su padre, un hombre trabajador e inteligente que siempre le hizo sentir que era una niña especial. Recordaba a sus hermanos, vitales, jóvenes y fuertes. Recordaba a su mejor amiga, a la que quería casi como a una hermana y se sentía a sí misma tal y como a ella le gustaba sentirse.

María era una mujer feliz, una mujer de nuestros tiempos sin complejos, sin traumas y con el control de su vida. Hacía lo que quería, y tomaba siempre las decisiones pensando en ella misma, en su beneficio, en su salud y en su bienestar. Pero un día María cometió un error, recordó su pasado, recordó una etapa de su vida alejada de la estabilidad del presente. Fue un instante, apenas un suspiro, apenas una brizna de un recuerdo que pasó rozando por su cabeza. Pero aquel instante, por muy insignificante que hubiera parecido a primera vista fue suficiente para que María mirase encima del armario, para que sus ojos se posaran en un caja de colores apagados y sin brillo, y que llevaba mucho tiempo viviendo en un limbo sin vida.

Abrió la caja y los recuerdos la golpearon como el que golpea con fuerza una almohada para hacerla más cómoda y mullida. De pronto el presente desapareció y tan solo quedó en su mente el día que cruzó las cortinas negras para amar por última vez. En la caja no había fotos, no había poemas ni tan solo una frase escrita en un pedazo de papel, tan solo había un flor marchita y un pedazo de aquella tela negra que marcó el adiós de un pasado demasiado doloroso para no haberlo olvidado.

Al día siguiente María se miró al espejo, ya no se sintió tan especial, ya no le parecía que era una mujer feliz , fuerte y alegre, ahora María se veía vulnerable, triste y envejecida, demasiado tal vez para aceptar su propia realidad.

No se lo que le sucedió a María, no se si se convenció a ella misma que debería recuperar aquello que le hizo tan feliz en el pasado, o por el contrario era mejor tirar definitivamente a la basura el recuerdo que tanto dolor le produjo al tener que decir adiós. Toda mujer en el fondo, comparte su vida con una María, debatiéndose entre la sensatez y la locura, intentando decidir en cada momento si dejarse llevar por las emociones o por lo racional. María nunca tomará las mejores decisiones, nunca acertará el camino más adecuado, ni tampoco sabrá reconocer la felicidad cuando la vea, María es esa parte de nosotras que actúa con miedo, la que no quiere equivocarse y la que no quiere arriesgar, la que no quiere perder. María representa aquello que más odiamos de nosotras mismas.


sábado, 6 de octubre de 2012

LA VIDA EN CIFRAS

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Cifras, estadísticas, números, todo puede ser etiquetado y cuantificado. Para algunos todo es susceptible de ser previsto con anterioridad y algunos incluso viven pensando que siguiendo unos ítems pueden adivinar el futuro. Pero si una cosa es cierta es que siempre hay algo que utilizamos en muy pocas ocasiones, o casi nunca, y que forma parte de nuestras reflexiones creencias y sentimientos, algo que está en nuestro ADN. 


Si todo el mundo actuara con lógica, estoy segura que no existiría la religión, en cambio existe algo difícil de entender para algunos que llamamos fe. No habría personas que dedicara su vida a ayudar a los demás, en cambio estas personas tienen algo que se llama generosidad,  tampoco habría lugar para los que piensan que siempre se tiene que luchar por conseguir un mundo mejor, estas personas son luchadoras. Y entonces yo me pregunto ¿se puede cuantificar la fe, la generosidad y las ganas de luchar?, ¿podemos saber, utilizando la estadística cuantas personas deciden que ha llegado el momento de hacer algo, de imponerse a lo establecido y de luchar por sus ideas?, es totalmente imposible, no podemos cuantificar los sentimientos, no podemos decir, yo te quiero hasta diez y tu me quieres infinito, porque no sabremos si el diez es uno número infinito para el que lo utiliza.

 Pero en los últimos años hemos vivido guiados por la economía, por la política y por influencias externas que nos decían lo que se podía hacer y lo que no, que nos decían a quien debíamos votar o a quien no y que nos reñían cuando no actuábamos según sus instrucciones. Pero lo que nos puede diferenciar de los demás, lo que puede hacer que nos convirtamos en personas diferentes, en personas únicas, en personas imprevisibles es la de actuar según nuestros propios principios.

Me sorprende como, en ocasiones, los principios quedan ahogados cuando nos vemos envueltos dentro de un paquete adornado con un hermoso lazo. Debemos luchar contra los que no nos permiten decidir sobre nuestro futuro, los que no creen que somos capaces de elegir el camino que queremos seguir o los que nos tratan de ignorantes porque pensamos diferente.

Pero aún es mucho peor ver las estrategias que utilizan para intentar influenciarnos, se limitan a criticar y destruir a los demás. Te explican que aquella opción es una locura, que vas a estar mejor cogiendo otro camino, pero tampoco dicen de qué manera lo harán para conseguirlo. El descrédito parece el único argumento y durante mucho tiempo ha funcionado, pero creo que esto se ha terminado. Creo que ha llegado el momento de decidir por nosotros mismos lo que es mejor para nuestro futuro, oigamos a todos, escuchemos atentamente, y preguntemos cuando sus palabras estén bacías de contenido. Debemos disponer de toda la información, debemos reflexionar sobre los pro y los contra, debemos recordar el pasado y no dejar que algunos lo entierren entre montañas de tierra y de escombros, y una vez tengamos todo esto, le debemos dedicar un tiempo razonable para estudiar todas la posibilidades y finalmente tomar la decisión que creamos que es mejor. Utilicemos la información, pero no despreciemos la fe, la capacidad de sacrificio o nuestro espíritu luchador, en definitiva empecemos a creer en nosotros mismos de una vez por todas.

Estoy un poco cansada de oír que la gente se comporta como borregos y que siempre hacen los que su pastor les dice, estoy cansada de oír que la gente es tonta y sobre todo cuando este argumento se utiliza para justificar los fracasos de los partidos, estoy demasiado cansada del que defiendan el borreguismo como opción política.

Esto no puede formar parte de una campaña, no podemos utilizar el descrédito para convencer, utilicemos argumentos, aceptemos fracasos y ofrezcamos alternativas para que todo el mundo puede elegir utilizando el libre albedrío  y decidir su futuro.


Quiero creer que soy algo más que un nombre al final de una lista, que soy un número seguido de letras y sobre todo, no quiero  que algunos piensen que pueden manipular mi voluntad utilizando el miedo y la coacción. Quiero ser fiel a mis principios y a mis convicciones y  si me equivoco decir con orgullo, tal vez me he equivocado pero ha sido decisión mía y asumo las consecuencias. Según una reflexión que me gustaría tomar prestada, ha llegado el momento de moverse del sofá, de utilizar nuestro tiempo en otras cosas que no sea a nosotros mismos, hagamos algo útil, y dejemos de perder el tiempo en tonterías que no nos lleva a ninguna parte.