LA FRASE

Me gustaría tener el tiempo necesario para disfrutar de tu compañía. Tú deberías tener la suficiente curiosidad para permanecer a mi lado y leerme de verdad.

viernes, 21 de enero de 2011

LA COMETA


Sueño que soy una cometa de colores alegres y con una larga cola que me guía por las corrientes de aire. Aunque algunas veces vuelo muy cerca del suelo, consigo remontar hasta poder ver las copas de los árboles.

Miro a todos desde arriba, tengo un visión de las cosas que me permite dibujarlas cuando paso entre las nubes. Pero no vuelo en solitario, alguien me está sujetando desde abajo con un fino hilo casi invisible. Cuando encuentro una nueva corriente, la alcanzo y me introduzco entre su brisa para que me ayude a subir. Subo, subo y no dejo de mirar hacia arriba. Allí no hay seres vivos, sólo está el cielo, con sus nubes blancas salpicadas de gotas de agua que algún día se dejarán caer. Está el sol, una enorme bola dorada que ilumina mi estela y me da el calor que la altura se empeña en robarme. Es el mejor momento, el instante en que puedo huir de los ruidos y de las prisas, de la gente y de todo aquello que me rodea y me ocasiona escalofríos. Cuando el viento para, empiezo a caer a demasiada velocidad, siento vértigo cuando noto como me acerco peligrosamente al suelo, pero entonces, alguien empieza a tirar del hijo que me mantiene atada a la realidad. Y aquello que tira de mi me hace reaccionar y comienzo a buscar las nuevas corrientes que no permitirán que caiga.

Me dejo mecer con suavidad, me dejo mover hacía donde el hilo quiere y algunas hojas se posan sobre mí y descansan complacidas por el cansancio de dejarse llevar.


Todo esto pasa en un instante, dura lo que dura un suspiro, pero la sensación perdura durante mucho tiempo, y cuando necesito escapar del dolor o la tristeza, cierro los ojos y vuelvo a ver los árboles, las nubes y el sol que me calienta. Noto el hijo y una brisa reconfortante me acaricia y tranquiliza, vuelvo a abrir los ojos para comprobar que todo ha pasado.

viernes, 14 de enero de 2011

TUS ZAPATOS


Hola, no es necesario que me expliques nada de tu vida, soy capaz de adivinarla sólo con mirarte tus zapatos. Se ve claro que han caminado durante mucho tiempo, y sobre todo por caminos difíciles, de esos caminos que están llenos de piedrecitas que se clavan y que hace que tu caminar se vuelva lento y pesado. Supongo que no ha sido siempre así, supongo que en algunos momentos, has conseguido pisar suelo más cómodo, con césped, e incluso y por qué no, has pisado algún suelo de mármol, lisos, suaves y resbaladizos. Pero creo que tus zapatos caminan mucho mejor por caminos de tierra.

Tus zapatos me dicen que eres una persona en la puedo confiar, llevan caminando demasiado tiempo, pero sin requerir demasiados cuidados. Nunca se quejan de los obstáculos que se encuentran por el camino y prefieren pisar fuerte que pasar de puntillas por la vida.

Parece increíble pero no hay demasiados zapatos como los tuyos, los he visto de todo tipo. Ahora recuerdo unos zapatos de mujer, recuerdo que eran muy feos y aunque habían intentado que parecieran diferentes y más bonitos, cuando los veías caminar te dabas cuenta que su paso era de duda, se torcía constantemente e incluso su ritmo era desagradable. He de confesar que el tiempo que estuve mirando aquellos zapatos no fue una de las mejores épocas de mi vida.

También podría hablarte de los zapatos de un aventurero pero que se sentía encerrado entre calcetines negros de traje y corbata. Estos zapatos eran increíbles, siempre se sentían felices con los caminos que pisaba y jamás, jamás ambicionó el pasos de otros zapatos.

También están los zapatos demasiado gastados para continuar caminando, han decidido pararse, no les queda fuerzas para atravesar el desierto de las dudas. No creen que puedan llegar al oasis y ni siquiera intentan adentrarse en la aventura de la vida.

Son tus zapatos un tanto especiales, porque están en un lugar donde siempre los puedo ver junto a mí, hace que mis pasos sigan los tuyos y pueda pisar sobre tus huellas, de esta manera mis zapatos no se gastan tanto y mi paso se hace más seguro. Son tus zapatos la señal de que todo puede ser diferente. En pocos años seguramente la piel se volverá más áspera y perderán flexibilidad, tendrás que cuidarlos mucho más, pero está claro que para mi, tus zapatos siempre serán los mejores. Aun te queda mucho suelo que pisar y espero que sean suelos mucho más sencillos y más planos que no las subidas y bajadas que has tenido que ir sorteando en los últimos años.

No es necesario que me hables de tus zapatos, solo con mirarlos veo que están por encima de otros muchos zapatos, de algunos que jamás se han arriesgado a pisar otra cosa que no sea el suelo de la oficina, que si tenían que caminar por lugares difíciles, simplemente evitaban hacerlo. Estos zapatos tienen la suela fina, no están gastados pero jamás serán capaces de caminar con seguridad sin perder el equilibrio.

Prométeme que tus zapatos me guiarán siempre, prométeme que cuando empiecen a romperse volverás a recomponerlos, que los cuidarás hasta que vuelvan a estar en plena forma.

No quiero que me expliques nada de tu pasado, tus zapatos me dicen todo lo que necesito saber. No olvides que solo aquellos que saben pisar con fuerza, la vida les devuelve un paso bien marcado, seguro y gracias a ello consiguen aquello que se proponen. En cambio, a los que sus zapatos sólo les sirve para pisar a los demás, habrán perdido la oportunidad de mejorar el paso, y jamás llegarán a la cima de la montaña porque un día serán pisados por otros zapatos más grandes.

Me gustan tus zapatos y no quiero renunciar a verlos día y noche son los que me ayudan a caminar sin perderme.

miércoles, 12 de enero de 2011

PALABRAS….


Si miras no entiendes lo que dice, pero cuando dejas de mirar, sabes que lo podrías entender porque está escrito en tu idioma. Parece una de esas paradojas que te encuentras en la vida. ¿Tiene algún sentido?, es lo mismo que hablar en el mismo idioma pero utilizar lenguas distintas, los que escuchan entienden lo que quieren y los que hablan intentan transmitir lo que necesitan explicar, pero en definitiva no se hace posible la comunicación.

En un mundo donde la comunicación y las nuevas tecnologías van cogidas de la mano, estamos olvidando como utilizar las palabras para transmitir ideas, pensamientos y sentimientos. No es suficiente usar las palabras adecuadas, se hace necesario acompañarlas con detalles y además utilizar todos los sentidos para transmitir y que la otra persona entienda lo que sientes al compartir una idea.

Puedes explicar una experiencia dolorosa, algo que realmente te hace sentir desgraciado o que incluso te ha producido humillación, si al hablar los ojos se humedecen, tu cuerpo tiembla y apenas puede salir la voz de la garganta por la emoción, las personas que te están escuchando no podrán evitar sentir, aunque sea por unos instantes, todo el dolor que transmites.

Si ríes y la mirada brilla, y animas acompañandote con gestos, cualquiera que esté escuchando no podrá evitar reír y sentirse feliz.

No se puede discutir que aprender a expresar cuando hablas, es igual de importante que cuando el escritor elige las palabras y las plasma en un folio en blanco. El orador que no puede transmitir, es el orador falso, es aquel que sus palabras son bacías y por tanto es aquel que no se cree a él mismo y es imposible que el que está escuchando llegue a creer nada de lo que oye.

En un mundo donde nadie quiere escuchar y donde cada vez se habla menos, parece urgente que alguien se atreva a dar un paso adelante, alguien que sea capaz de transmitir, de enviar un mensaje de serenidad, que sepa negociar y que pueda coger los problemas, unirlos como si fueran calcetines, y darles la vuelta para poder ofrecer otras soluciones.

En un mundo donde nadie se esfuerza por hacerse entender, y donde los que oyen no prestan atención, se hace necesario encontrar la vía más adecuada para poder transmitir un mensaje de optimismo y que volvamos a entrenar a nuestros oídos a escuchar palabras distintas y que hace tiempo que no se utilizan.


THIS SIGN IS IN SPANISH WHEN YOU'RE NOT LOOKING

domingo, 2 de enero de 2011

EL MEJOR TRABAJO DEL MUNDO


Los hijos son algo maravilloso. Cuando te planteas en tenerlos ni mucho menos te imaginas que estás llevando la mochila más pesada del mundo en tus espaldas. Pero al cabo de los años, cuando ya estás acostumbrada a la carga, no podrías caminar ni un solo paso sin pensar que te falta lo más importante del mundo.


Cuando son bebés son frágiles y todo lo haces con extremo cuidado. Proteges su diminuto cuerpo, su cabecita y sus manos son tan frágiles que con la mínima presión se podrían romper. Cuando son bebés se pasan el día ensuciando, se hacen pipí y caca encima y has de tener mucho cuidado para que no vomiten y ensucien la ropita que le acabas de poner tan solo hace media hora. Los bebés son algo maravilloso, no eres capaz de saber exactamente a quién de la familia se parecen, la nariz del papá, los ojos de la tía Núria, los pies del suegro, parece un ser reconstruido con pedazos de diferentes partes del cuerpo de los miembros de la familia. Pero aún así, son los seres más maravillosos del mundo.

Poco a poco los bebés van creciendo, empiezan a aguantar la cabeza cuando están sentados, ya comienzan a masticar alimentos más sólidos, y aprenden a desplazarse sin ayuda de un adulto, además de empezar a pronunciar los primeros sonidos que algunos se empeñan en traducir en palabras con sentido.


Tener hijos te llena de satisfacción, te hace sentir responsable y cuando haces una lista de cosas que tengo que hacer en la vida, todas esas cosas las haces junto a ellos. Los hijos son los causantes de momentos difíciles, el primer día trabajo, el primer día de guardería, el primer día que los dejas en el colegio. Todos los primeros momentos hace que una mezcla de dolor y de satisfacción sean los causantes de tu estado de ánimo.


Los hijos son una inversión a largo plazo, optometrista, dentistas, gafas, aparatos para los dientes, plantillas para los pies planos. Todo es un gasto bien justificado, porque en definitiva queremos que nuestros hijos sean perfectos. Han de ser los más guapos, con la dentadura más perfecta, han de hablar un ingles perfecto, y han de ser grandes deportistas, además de ser los mejores estudiantes y los del intelecto más elevado. Pero con el tiempo, te das cuenta que todas estas cosas no son tan importantes. Los niños, en su inocencia, viven al margen de todas estas exigencias de adultos y simplemente quieren ser felices, compartir con sus padres y hermanos momentos inolvidables y dejar de lado todo aquello que solo les ocasiona estrés.


Poco a poco el bebé se convierte en niño, y el niño se convierte en adolescente y el adolescente en un joven que se prepara para afrontar su propio futuro con la suficiente seguridad y madurez. Los padres seguimos donde siempre, intentando ayudarles a caminar, aún cuando ya hace tiempo que dejaron atrás el tacataca. Observamos sin pestañear, sin dejar de observar sus movimientos aguantando siempre la respiración cuando crees que, tal vez, están tomando el camino equivocado.


Los hijos son los únicos que te hacen sentir especial, sientes que eres un ser privilegiado y que gracias a ellos eres como un superhéroe que cuentas con todos los poderes que uno se pueda imaginar. Cuando estás con ellos puedes leerles el pensamiento, si sienten dolor tú también sufres y posees toda la fuerza necesaria para luchar con cualquier enemigo.


Los hijos te hacen ver una realidad, es más que una responsabilidad, más que un deber, más que una profesión, aprendes que ser madre es el mejor trabajo del mundo. Es un trabajo en que eres tu propio jefe, no necesitas que nadie te diga cómo se han de hacer las cosas y sobre todo no pueden despedirte y obligarte a cambiar de trabajo. A pesar de todo lo que la vida te aporte, a pesar de los triunfos y de los éxitos, no hay nada que pueda compararse a la satisfacción de tener a tus hijos cerca, de sentir su amor y de ayudarlos a ser cada día mejor persona.