LA FRASE

Me gustaría tener el tiempo necesario para disfrutar de tu compañía. Tú deberías tener la suficiente curiosidad para permanecer a mi lado y leerme de verdad.

miércoles, 30 de junio de 2010

Un pedacito del verano


Madrugar en un día caluroso, el mar está tranquilo, no hace viento y hay silencio. Solo unos cuantos están en el paseo corren, van en bicicleta y algunos nadan en solitario con el mar en clama.

Oler los aromas del día cuando aún no hay apenas gente. Entrar en el agua fría, pero limpia y transparente como si mirases por un cristal. Estirada sobre la toalla, bajo una sombrilla dejando que el aire caliente y seque la piel. El cuerpo suave huele a sal y a crema, se puede acariciar con dulzura, bajo la protección de la sombrilla, un bikini que tapa lo justo y necesario. Relajada, tranquila, ya no piensas en los problemas, ni en el las personas ni en el tiempo. Simplemente estás allí, tumbada dejando que los músculos de tu cuerpo se relajen y se estremezca ante el mínimo contacto.

Dejamos pasar las horas, dormir, descansar, hay que saborear los segundos, los minutos y las horas. Hay que dejar que los días te empapen con aquella sensación desconocida, dejarte seducir por el verano, saborear los besos y hacer el amor sin dejar que el más mínimo desánimo rompa la magia del momento. Leer, escribir, amar, sentir, besar, saborear, cerrar los ojos y seguir mirando, dormir y dejar que las sábanas cubran el cuerpo caliente y suave. No hay preocupaciones ni tristeza, ni cansancio, durante unos días el mundo dejará de moverse.

Y entonces está él, mirando por los rincones y asomando de cuando en cuando, entrando a hurtadillas entre sus piernas, cogiendo su piel y su boca, su sabor y el azúcar de sus labios. Y escucha la música que está en el interior de su mente es la canción de amor “Senza fine”, se queda en su garganta y se le hace un nudo que no la deja respirar, hasta que todo queda en silencio.

Se despierta y está sola, pero aún siente su contacto y su presencia, siente que está a su lado y que pronto volverá a verle, cuando caiga la tarde y a la sombra de la brisa vuelva a estar justo encima poro contra poro, piel contra piel.

miércoles, 23 de junio de 2010

LO DE ANTES


La infancia no fue fácil, desde pequeña encerrada en un cuerpo imperfecto. Obesidad, cara poco agraciada, pelo muy largo; siempre sujeto por dos trenzas, de color castaño y sin brillo, ni lacio ni rizado, apagado y triste. Cuando tenía que comprar ropa siempre tenía que recurrir a tallas grandes. Su corazón era enorme, siempre sonreía incluso cuando estaba triste, siempre hacía ver que no le importaba su aspecto, aunque en ocasiones se sentía como un cardo en mitad de un jardín de rosas. Solía estar entre los raros, aunque en el fondo admiraba a los populares y divertidos. Hacía reír, aunque sus frases y comentarios no eran especialmente elocuentes. Nunca se miraba al espejo porque sus formas eran tan amorfas que no reconocía donde terminaba su cintura y empezaba las caderas.

Pero a pesar de todo, se sentía feliz. Era feliz de vivir en un pequeño piso junto con el resto de la familia, eran seis. Se sentía protegida durmiendo con sus dos hermanas. Le gustaban las colchas con enormes flores rojas y anticuadas incluso para la época.

Sabía que la genética no había sido muy generosa con ella. Había heredado las piernas de su abuela, los pies pequeños y la piel blanca de su padre, el cuerpo de su madre, difícil de controlar. Poca inteligencia y menos capacidad de aprender. Pero aún así se sentía orgullosa de ella misma, porque su constancia la hacía conseguir muchas de las cosas que se proponía. Se sentía una enana en un mundo de gigantes y como un pez dentro de una de esas peceras redondas, pequeñas, donde no hay ni una triste planta de plástico.

Pero aún así, aún en aquel mundo fabricado para otros y donde ella no encontraba su lugar, sentía que era un ser especial. No sabía lo que era, porqué buscó y buscó, y durante toda su niñez y parte de su adolescencia no lo supo ver.

Nunca destacó en nada, dibujaba tan mal que no era capaz de que una pelota, pareciera una pelota. Le costaba entender las matemáticas y cuando tenía que escribir parecía que las palabras se le quedaran atascadas en el cerebro. Cualquier deporte que intentaba, aunque se esforzaba, le parecía que había sido pensado para fastidiarla y nunca, nunca jamás consiguió que ningún profesor hiciera ningún comentario agradable dirigido a ella. Era como un fantasma que ocupaba su pupitre y se limitaba a estar, eso sí, sin molestar, sin hablar y sin dar pie a que se preocuparan por ella.

Pero aún así, aún siendo una parte provisional de la vida de los demás, muchos la querían. No la trataban con crueldad, era tan insignificante que ni eso parecía necesario. Pero tampoco nadie la invitó jamás a ninguna fiesta de cumpleaños o fiesta pijama. Era una sombra que esperaba el momento para dejarse ver tras un foco de luz.

Lo que más le gustaba era leer, leía todo lo que caía en sus manos y cuando lo hacía, siempre era la protagonista, siempre vivía las aventuras que imaginaba y siempre era una persona diferente según la ilustración de la portada.

Pero el tiempo pasa y lo real se vuelve fantasía y empiezas a vivir intentando protagonizar tu propia historia. Y un día te miras al espejo y ves más adentro que ayer. Y ella consiguió ver aquello que había permanecido oculto tanto tiempo, aprendió que lo superficial es lo que nos lleva a equivocarnos. Durante mucho tiempo se buscó, ya no necesitaba refugiarse en los libros explicados por otros, ahora hacía ella misma su propia historia, era capaz de fabricar un mundo donde todos tuvieran su lugar ideal. Supo como mirar dentro de las personas, buscar lo que quería y sacarlo. Aprendió que la mejor recompensa era dar siempre aquello que los demás necesitaban de ella. Y por fin, su mundo ocupó el lugar que le correspondía dentro de un universo diferente y lejano. Aún así construyó a su alrededor una pared muy alta, un muro de contención de sus propios sentimientos, y siguió viviendo su vida dedicada a inspeccionar su interior y el de los demás, simplemente porque era lo que se le daba bien.

viernes, 18 de junio de 2010

SER UN APESTADO


Un apestado es aquel o aquella, que aunque se duche, se ponga desodorante y lleve la ropa interior siempre limpia, algunas personas del entorno tienen tendencia a hacerle el vacío, a ignorarlas e incluso a convivir con ellas como si fueran invisibles.

No es demasiado difícil convertirse en un apestado. Algunos apestados conocidos han cometido delitos o han abusado de la confianza de sus amigos, otros son mentirosos y otros se convierten en apestados porque son seres extraños. También una persona honrada se puede convertir en un apestado, no es fácil explicar el por qué, ya que casi nunca existe un motivo auténtico, suele ser el capricho de un colectivo hacía esta persona. Se puede hacer que una persona que es un poco apestada se convierta, en poco tiempo, en alguien muy apestado, tan solo se necesita ser habilidoso y hacer que los demás crean que es más ventajoso pensar que lo que es a que no.

Un apestado tiene que soportar que los demás le ignoren, que no quieran ni mirarlo, e incluso que evitan hablarle, sobre todo en ciertos lugares públicos. Un apestado deja de ser importante en un colectivo concreto y por tanto, esto le da ciertas ventajas. Se puede mover con libertad, porque nadie se va a atrever a increparle o a decirle nada. Va adquiriendo consciencia de sí mismo y además puede utilizar a los demás con gran facilidad.

Los que son apestados porque se lo merecen, me refiero a los delincuentes, se convierten en seres amargados, tristes y solitarios que seguramente no dejaran de serlo nunca. Pero los que son apestados sin merecerlo, suele ser algo transitorio y en poco tiempo pasan a ser personas normales e incluso mucho más populares que antes de ser apestados. Es por esto que no hay que desesperarse cuando, por circunstancias ajenas a nosotros, nos convertimos en apestados. Hemos de ver las ventajas que esto comporta y sobre todo rodearnos de aquellos que te tratan con normalidad.

También puede ocurrir que un apestado no consiga superar la tensión que comporta este estado, estas personas son las que pierden el control de sus vidas, se ven como víctimas en un entorno cruel y despiadado. Un apestado descontrolado es lo peor que te puedas encontrar, los que le han convertido en lo que es, suelen ser el objetivo de todo su odio y se puede llegar a convertir en un verdadero problema sin control.

Es mejor no tratar a nadie como a un apestado, ya que la vida da muchas vueltas y si alguna vez caes en manos de alguien a quien habías tratado como un apestado, puedes llegar a sufrir muchísimo y convertirte en víctima.

A lo largo de nuestra existencia, nos podemos convertir en apestados con gran facilidad, estos momentos suelen ser en la infancia, cuando, por alguna razón el cabecilla de la clase decide que no eres digno de pertenecer a su pandilla. Una vez creces, en el trabajo y si hay algún conflicto, alguien como tu jefe o el encargado te puede hacer responsable de la crisis o del incidente.

También te puedes convertir en un apestado cuando protagonizas algún tipo de infidelidad, los amigos de siempre deciden que no eres digno de compartir su amistad con alguien que engaña a su pareja.

No siempre al que tratan como un apestado lo es de verdad, solo es un apestado auténtico el que se siente como tal. Porque el único que tiene ese poder es uno mismo. Así que ya se ve lo fácil que resulta ser un apestado, lo único que hay que hacer es sentirlo, lo demás no tiene la mayor importancia, porque por mucho que te ignoren, te discriminen o te hagan el vacío no es suficiente.

martes, 15 de junio de 2010


Por fin ha llegado el día, es un día de reflexión y de compromiso, hoy es la evidencia de que, como padres, dejamos atrás una etapa en nuestras vidas, y empieza otra, la cual vale la pena vivir y disfrutar.

Estamos formando y educando a personas a las que vale la pena que el resto del mundo conozca, son nuestros hijos, los queremos y los protegemos, pero ha llegado el momento de entender que una nueva etapa de sus vidas ha de comenzar para ellos. Una vida en la que tendrán que aprender a afrontar situaciones de todo tipo, y hemos de confiar en ellos.

Les hemos educado durante estos años, y hemos estado a su lado, hemos reído con ellos y también hemos llorado. Gracias a ellos hemos madurado como padres y como personas, hemos sentido su dolor cuando ellos sufrían, les hemos abrazado cuando lo han necesitado, cuidado cuando estaban débiles o enfermos. Hemos intentado ser los mejores padres.

Ahora empieza una época difícil para nosotros, es cuando tenemos que aprender a quererles y respetarles como personas individuales. Ya no son una extensión de nosotros, ha llegado el momento de dejar que poco a poco se vayan separando y que empiecen a tomar sus propias decisiones y por tanto, aprendan de sus errores y aciertos. Tenemos el deber de respetar sus ideas, sus gustos, sus tendencias políticas y sexuales, en definitiva hemos de aprender a respetarlos como personas.

Siempre seremos sus padres y siempre les querremos, pero si ya es duro intentar protegerlos para que nada les ocurra, más duro será dejarlos para que puedan aprender, por ellos mismos, de los posibles obstáculos que encontrarán a largo de sus vidas.

Lo único que podemos hacer, como padres, es decirles “Estamos aquí” “cuenta con nosotros para siempre”.

CARTA PARA LOS PADRES, FIESTA GRADUACIÓN 4º DE ESO Colegio Regina Carmeli

martes, 8 de junio de 2010

UN CUENTO DE HADAS!!!!


En un lugar cualquiera una madre se encuentra junto al lecho de su hijo. Lleva muchos días enfermo y apenas tiene fuerzas. Ella ha hecho lo que ha podido, pero ya no puede hacer nada más por él. Es el tercer hijo que pierde y aunque está triste, también está segura que allá donde vaya estará mejor.

Es muy temprano, y aún hay silencio, lo cual agradece. Sus otros hijos duermen, pero aún así tienen prohibido entrar en aquella habitación, separada del resto por un trozo de trapo roto y desgastado. Lo recogió de la calle hace poco y lo sujetó con unos clavos.

Había aprendido a esperar a la muerte en la intimidad.

El niño empieza a abrir los ojos, es muy pequeño y está tan delgado que apenas tiene fuerzas para sonreír. Pero aún así lo hace, siempre ha sido un niño feliz, a pesar de la pobreza, del hambre y las enfermedades. La madre cree que es mejor así, últimamente su sonrisa se había ido difuminando y cada vez era más difícil verla.

_ Mamá, ¿soñar es ver imágenes cuando estás dormido?_ La madre asiente, hace un esfuerzo por sonreír y coge su diminuta mano._ Pues me parece que he soñado al lugar donde voy a ir cuando me muera.

La madre lo escucha con atención, hace tiempo que no llora, no recuerda como se hace. Sigue muy atenta a lo que su hijo le está diciendo, no quiere interrumpirlo.

_ En ese lugar vivía en una casa muy grande. Las paredes eran duras, no se como estaban fabricadas, pero era una casa muy bonita. Había muchas habitaciones, y yo tenía una para mi solo. Había una cama muy grande y además no estaba en el suelo, estaba elevada y sus colores eran muy bonitos. No se como se llaman esos colores, pero había uno que era igual al cielo y otro brillaba como el sol. También había una habitación especial con sillones y sillas donde me sentaba para comer. ¡Mamá, comía muchas veces al día! Comía y bebía cada vez que tenía hambre o sed. En esta habitación había una pantalla donde había imágenes, algunas veces salían dibujos que se movían y hablaban.

El niño para de hablar, está tan emocionado que su voz se está apagando poco a poco.

_ Todo olía muy bien, y para hacer pipí entraba en una habitación donde todo era blanco y además tocando unas cosas brillantes salía mucha agua. Fresquita y buenísima y no de color marrón como la nuestra. En otra habitación había una especie de armario que cuando lo habrías estaba muy frío y dentro había un montón de comida y aguas de colores con burbujas que cuando la bebía me hacía cosquillas en la nariz.

_ Cuando salías de la casa estaba todo en su lugar, había árboles y personas caminando, llevaban ropas y zapatos. Sabes mamá, todo el mundo tenía zapatos muy bonitos, algunos se ataban con cuerdas y otros no se como se sujetaban. No se si me voy a acostumbrar a llevar zapatos. También hay zapatos especiales para jugar con la pelota. Creo que también podré tener muchos juguetes, son un poco extraños y algunos que he visto en mi sueño no he sabido como se usan, pero lo aprenderé rápido.

_ He visto libros, pero no uno como el que tenía papá, había una habitación llena de libros y en unas mesas especiales había papeles y una cosa que cuando la pasabas por el papel lo teñía de color. Creo que hay lugares donde te enseñan muchas cosas, podré aprender a leer esos libros y seguramente aprenderé también a escribirlos en un papel._ El niño descansa, está muy cansado pero su sonrisa le ilumina y parece que sus ojos nunca han estado tan abiertos._ Pero mamá, hay una cosa que me ha gustado más que nada, que creo que me quiero morir ya porque necesito volver a oír su sonido. Hay música mamá, una música parecida a las canciones que me cantas cuando estoy asustado, pero estas canciones tienen sonidos especiales que se meten por tus orejas y llegan hasta aquí_ lo dice poniendo su mano sobre su barriga abultada_ Cuando está aquí dentro es como si se metiera por todas partes, y siento escalofríos que me hacen cosquillas en la nuca.

La madre sabe que está delirando, sabe que todo aquello que el niño está explicando no existe de verdad, pero no quiere contradecirlo prefiere compartir aquellos momentos de felicidad.

_ Mamá, aunque yo llegue antes que tú, te prometo que buscaré a papá y a mis hermanos, y todos te esperaremos. Estoy un poco triste, porque no vienes conmigo, pero aprenderé mucho para que cuando tu llegues te sientas orgullosa de mí, y te podré leer libros, y te cantaré canciones preciosas y te escribiré cosas bonitas. Te quiero muchísimo, mamá.

Y todo terminó, fueron sus últimas palabras. Sus ojos se cerraron pero su sonrisa permaneció en su rostro. Abandonó el cuerpo y se marchó a aquel fantástico lugar que había soñado, un lugar sin hambre, sin pobreza sin guerras y sin muerte. Un lugar que sólo puede existir en la imaginación de un niño que necesita ser feliz.

La madre se tumbó junto a su hijo y lo abrazó durante mucho rato. El día que nació había pedido un solo deseo, había pedido que su hijo conociera la felicidad, ahora después de ocho años se despedía de él con el convencimiento de que su muerte le ha llevado a encontrarla en otro lugar, un lugar de fantasía.

Ya no hay silencio, sus otros hijos se están despertando. Ya no le puede dedicar más tiempo, tiene que intentar alimentar a los niños que le quedan, últimamente parece que las personas que les traen ayuda tienen problemas, porque hay menos que antes.

Envuelve a su hijo con un trozo de trapo que apenas le cubre el cuerpo y se marcha de la habitación, más tarde se ocupará de él.

Zambia, Franja de Gaza, Zimbabwe, Chad, Etiopía, Haití, República de Somalia, Guatemala, Surimán, Angola. Estos son los diez países más pobres del planeta. Es cosa del destino que no hayamos nacido en cualquiera de estos países, es cosa del azar que podamos alimentar y curar a nuestros hijos. No tiene que haber nada peor en este mundo que acompañar a tus hijos hacía la muerte y no poder hacer nada por evitarlo.

domingo, 6 de junio de 2010

RECUERDOS


Hacía tiempo que no pensaba en ella, ya hacía demasiados años que había ocultado su recuerdo en el rincón más inhóspito de mi mente. Los años habían diluido su recuerdo. Pero sin saber por qué, hoy la he recordado y he vuelto a experimentar aquel cosquilleo insoportable que sentía en la boca del estómago cuando estaba junto a ella.

No era la mujer más hermosa, pero sí la más misteriosa, nunca la llegué a conocer lo suficiente y en ocasiones ella misma decía:_ “Es que no me conoces de verdad”_ Supongo que tenía razón. Nuestra relación era de amistad, y jamás entre los dos hubo ningún intento de intimar más allá de lo que se puede esperar de dos amigos.

Pero yo, había días que la miraba y tenia que hacer verdaderos esfuerzos para que no se diera cuenta de lo que estaba pensando, su boca, sus ojos e incluso su cuerpo, misterioso bajo la ropa, todo se convertía en puro deseo. Ella por su parte hacía ver que no se daba cuenta, pero ahora estoy seguro que esperó siempre que yo diera el primer paso, creo que ella hubiera aceptado con sumo agrado mi pasión reprimida. Nuestras vidas se cruzaron en un momento complicado para mí y supongo que ella tampoco lo tenía fácil. Aunque nunca la llegué a conocer realmente, sólo sabía que existía en un mundo que le quedaba pequeño.

Me moría de ganas por abrazarla y besar su labios, necesitaba rodear su cintura con mis manos y deseaba tenerla desnuda junto a mi. Quería compartir sus deseos y pensamientos, porqué sabía que tenía un poder que la hacía especial y diferente del resto de las mujeres, sabía que podría hacerme sentir especial.

Pero nunca hice nada, era un hombre casado y feliz, fui demasiado cobarde, y siempre hice lo posible por ocultar mis sentimientos.

Seguí compartiendo momentos de amistad con ella, compartí dulces sonrisas y compartí miradas superficiales. Pero nunca llegué profundizar en sus sentimientos, aunque eso era lo que realmente deseaba. Nunca la abracé y mis labios nunca besaron los suyos, y ahora me doy cuenta que fue un error. Porqué un beso hubiera sido suficiente, abrazarla hubiera calmado el calor insoportable que sentía, tenerla junta a mi impregnarme de su olor y mordisquear sus labios, acariciar su piel suave y susurrarle al oído lo que sentía. Ahora estoy seguro que ella me habría correspondido y habrían sido minutos de intensa liberación, y ahora no tendría la sensación de fracaso que tengo.

Después nuestros caminos se separaron y cada vez nos vimos menos. Hasta que un día dejó de estar, aunque yo la seguiría recordando durante las largas noches de insomnio, y en la oscuridad de la noche siempre aparecía y siempre la abrazaba y la besaba. A la mañana siguiente, el mundo seguía con paso lento y yo continuaba con mi vida.

Ahora entiendo que no hay nada malo en seguir los instintos, porqué en ocasiones se convierte en la única ocasión que tenemos para sentir la felicidad, aunque ese momento dure lo que dura un suspiro, o lo que dura un parpadeo. No hay que decir que no a un deseo, si no lo pruebas nunca sabrás si era lo que habías estado buscando, y eso es lo que me ocurrió a mi, nunca sabré que hubiera pasado.

Voy a ir a buscarla, la abrazaré y la besaré y le diré como me siento y el porqué he venido, estoy seguro que ella lo entenderá incluso seguro que lleva años esperándome. Y de esta manera, al fin, podré continuar con mi vida.

martes, 1 de junio de 2010

RUPTURA


Lo mejor es el recuerdo, los años vividos y compartidos. No es fácil renunciar a la felicidad cuando te llenabas de ella cada día, cuando cada instante era una eternidad y cuando el futuro era lo mejor que te podía pasar. Nunca piensas en la posibilidad de renunciar, no entra en tus planes pasar a otra cosa, simplemente crees que cada momento será para siempre.

Ahora en soledad intento sobrevivir al recuerdo, me he vuelto un esclavo de los sentimientos y mi piel sigue unida a la suya. Ella ya no está a mi lado, un día pensó que había llegado el momento de pasar página, y que en el nuevo capítulo de su vida no tenía sentido mi compañía. Yo sólo miraba, atónito a sus lágrimas y a sus disculpas. No era capaz ni de respirar, porque tenía un nudo que oprimía mis órganos vitales. No entendía su pena, era ella quién se marchaba y era yo quien me quedaba solo, no tenía sentido que la intentara consolar. Pero no podía evitarlo, se la veía tan vulnerable, pequeña como una muñeca de porcelana que se estaba rompiendo poco a poco. Quería tocarla, besarla y decir que la amaba muchísimo. Pero no podía, mi mente estaba en otro lugar, y mis extremidades no me obedecían. Recordé el principio, las largas horas de amor, recordé que podíamos pasar horas con los labios unidos y que mis manos no se cansaban de tocar su cuerpo, pequeño, minúsculo pero a la vez perfecto. Recordé como me gustaba mirarla y sentí sus lágrimas cuando el placer se hacía insoportable. Tal vez ella tenía razón, aquellos momentos de puro placer ya hacía tiempo que no estaba entre nosotros, ahora todo era más frío, ahora ya no sentíamos la ternura con tanta intensidad como al principio.

Alguno dirá, es normal, estas cosas con los años se viven de otra manera. Pero ahora me doy cuenta que no es cierto, ahora cuando ya no hay remedio cuando ella ha sido más valiente que yo y ha podido pronunciar las terribles palabras de la separación. La pasión no se pierde, simplemente aprendemos a ignorarla y es cuando la realidad se impone y cuando nos empeñamos en hacer el amor sin gritar, sin decir que es lo mejor que te ha pasado. Es cuando obligamos a nuestro cuerpo a reprimirse y a no dejar que se exprese en libertad, limitamos las horas de placer y las sustituimos por momentos de diversión superficial.

Ella ya no habla, en realidad no sé lo que me ha estado diciendo, pero entiendo como se siente. No puede vivir más de esta manera, es una mujer pasional y necesita expresar hasta la última gota vitalidad que corre por sus venas, no hemos sabido adaptarnos a los años y al tiempo y aunque el amor sigue existiendo entre nosotros ya no puede aguantar más las ganas de gritar. Ya no puede pensar que el resto de su vida será como hasta ahora, la entiendo, pero mi sufrimiento es tal, que no puedo decírselo. Tendré que aceptar que busque la felicidad en otros brazos junto a otra persona y sobre otra cama, tendré que aceptar que su felicidad depende que se aleje de mí.

Pero y yo, que voy a hacer si aún la amo tanto que no podré dormir ni una sola noche sin pensar en ella. Que voy a hacer si necesito su sonrisa para seguir respirando, y como voy a seguir adelante si me ha dejado vacío.

Me han dicho que tengo que cerrar puertas para poder abrir otras nuevas, y ahora sé lo que tengo que hacer. Aquel día, los dos frente a frente cuando ella me hablaba, yo ni escuchaba ni podía replicar, mis recuerdos me tenían prisionero en una celda donde no entraba la luz. Aquel día tenía que haber hablado, decirle lo que sentía y aunque entendía lo que había cambiado yo podría arreglarlo, no fui capaz de reaccionar y de salvar la poca pasión que nos quedaba. Está claro que tengo que cerrar esa puerta, ahora al menos ya no me siento desamparado y creo que en poco tiempo podré recuperar mi fortaleza. No era solo sexo, era una pasión que te rompe y te recompone en un segundo, era la felicidad en estado puro, era aquello que no supimos mantener.

En poco tiempo entrará por la puerta y tendré que mantenerme sereno. Seguro que está preciosa y seguro que seré capaz de disfrutar de su olor y su sonrisa, pero esta vez dejaré que se marche, la ayudaré a despedirse sin culpabilidad ni sufrimiento. Esta vez cerraré la puerta, será lo más doloroso que haga en toda mi vida, pero lo haré porque la amo y mi amor será eterno y no podré ocultarlo ni sustituirlo ni alejarlo, simplemente tendré que buscar algo diferente y aunque seguro que también será hermoso será sin ella.