LA FRASE

Me gustaría tener el tiempo necesario para disfrutar de tu compañía. Tú deberías tener la suficiente curiosidad para permanecer a mi lado y leerme de verdad.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

EL CIELO EN UN DIBUJO



Miro el dibujo y veo cosas hermosas que hace años que no veía. El cielo está pintado de azul muy clarito, en algunas partes el lápiz no ha conseguido dejar ningún rastro, pero esto le da profundidad y parece que sea un cielo mucho más real. En la parte posterior izquierda muy cerca de un sol radiante pero sin rayos, el azul es mucho más intenso, cualquier diría que el amarillo luminoso le da un toque de fantasía, como de un cielo de un cuento donde los protagonistas son los pájaros.
Pero en el cielo pintado no hay pájaros, tan solo alguna nube solitaria sin forma definida que por timidez no se atreve  a acercarse al sol ni siquiera para intentar tapar y proteger de su luz.

Un poco más abajo el cielo queda bruscamente interrumpido por un horizonte desigual. Al principio parecen altas montañas que terminan bruscamente en picos imposibles de ser escaldos. Pero cuando te fijas con mayor atención puedes ver que las montañas no son tan abruptas, y que el horizonte es mucho más lineal. Pero en las montañas son suaves pendientes alguien ha dibujado pequeños caminos que llegan desde la falda hasta pequeñas manchitas coloreadas, cuando las miras más de cerca veo que son casitas. Algunas con los tejados rojos, otras con los tejados negros y hasta se puede distinguir algún campanario.

Es un dibujo muy bonito, un poco más abajo de las montañas y a un tamaño mayor alguien ha dibujado un río. Es un río que lleva muy poco agua pero no faltan rocas pintadas aquí y allí, están puestas de forma que alguien podría cruzarlo sin apenas dificultad. Pero en el dibujo no hay personas, ni animales ni insectos que vayan de flor en flor. Sí que hay muchos colores, colores que decoran flores, margaritas, amapolas, flores de color lila, rosa y naranja, flores de colores brillantes. Alguien ha dibujado también algunos árboles, parece que sea primavera porque están pintados de un verde brillante e incluso en alguno de ellos, alguien ha pintado alegres florecillas. Hasta aquí el dibujo parece normal, es el dibujo de un niño que quiere pintar alguna cosa hermosa. Pero una y otra vez lo miro y siento soledad, es como si el mundo se hubiera parado en aquel paisaje intentando aparentar normalidad, pero que cuando lo miras atentamente si intentas entenderlo, algo te dice que está incompleto, es un dibujo sin vida, no hay viento y todo está estático, no hay sonido y nada tiene vida en aquellos trazos de colores alegres y chillones.

En un rincón hay un niño que me está mirando mientras yo analizo su dibujo. Estoy segura que es suyo porque mueve los ojos al mismo ritmo que los míos se pasean por los trazos irregulares. Al fin se acerca hasta donde estoy y me pregunta si me gusta. Lo hace tímidamente, lo hace con gran curiosidad e insistencia y tal vez sabiendo de antemano cuál será mi respuesta:
_ Sí, es muy bonito. Hay montañas con casitas e incluso he visto el campanario de una iglesia. Las flores son alegres y el río, aunque lleva poco agua parece pensado para refrescarse en las calurosas tardes de verano.

El niño me observa muy atento y sonríe, parece satisfecho con  mi respuesta pero sabe que no he terminado, espera incluso prestando mucha más atención que antes.

_ Pero en tu dibujo faltan cosas importantes, faltan personas, tal vez estaría más bonito con niños jugando a ver quien lanza la piedra más lejos, o tal vez faltaría algún animalito correteando por entre los árboles. Un pájaro sería perfecto para que el cielo fuera mucho más hermoso de lo que has dibujado.
El niño deja de sonreír, parece que no le gusta lo que estoy diciendo, parece que no está muy de acuerdo. Se acerca y también empieza a mirarlo y al cabo de unos pocos segundos me dice:

_ Mi mundo era un mundo gris, donde yo vivía no veía árboles, ni montañas, ni ríos, el cielo era oscuro y siempre había niebla, el sol no nos visitaba a menudo y cuando lo hacía, duraba tan poco que casi no valía la pena salir a buscar sus rayos. Dibujé el lugar donde me habría gustado vivir, he visto fotografías y otros dibujos y he pensado que cogería un poco de cada uno hasta conseguir mi dibujo ideal. Pero no puedo dibujar personas porque ahora es aquí donde vivo, y aunque llevo ya un tiempo no veo nunca a nadie. Es un mundo hermoso pensado y dibujado tan solo para mi. Antes, cuando vivía en el sitio gris, las personas que estaban conmigo eran malas, me hacían daño y por las noches tenía tanto miedo que no podía dormir. Siempre tenía hambre, y mucho frío. Si quería comer lo hacía a escondidas y nunca nadie me abrazó y me dijo que me quería. Solo pensaba en salir de aquel lugar, en escapar y no tener que volver nunca. Un día alguien entró a la fuerza en mi habitación, olía mal y decía palabras muy feas, me cogió del cuello y lo último que recuerdo es que no podía respirar. Me quedé dormido y cuando desperté me encontré que estaba viviendo dentro en mi dibujo.

Mientras el niño hablaba yo no podía dejar de mirar aquel extraño dibujo, pero ahora algo había cambiado, en el cielo volaba un pájaro, parecía una gaviota, y algunas abejas revoloteaban entre las flores. Un conejito asomaba su cabeza entre el tronco de dos árboles y un perro olisqueaba la pared de una casa. Y fue en esta casa, en una pequeña ventana que alguien había dibujado en la parte más alta del edificio casi tocando al tejado, cuando vi la cara de un niño, me miraba y estaba sonriendo, y con su pequeña mano me saludaba alegremente.

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