Camino
dando un paseo y miro a mi alrededor y me siento rodeada de gente, cada persona
cada individuo emite una energía, esta energía son las emociones. Nuestro
instinto, lo que pensamos conscientemente y lo inconsciente proviene de las
emociones. El único inconveniente es que no sabemos como sentirlo, no somos
capaces de dejarnos llevar. En realidad es mucho más sencillo de lo que podría
parecer, incluso el simple echo de elegir un nuevo teléfono móvil nos comporta
una emoción, hacemos números, comparativas de ofertas, estudios de ahorro, pero
en el fondo lo más sencillo es detenernos unos segundos y sentir nuestras
propias emociones al pensar en una elección u otra.
Las
emociones hace que conectemos con personas ajenas a nosotros, alguien que no
hemos visto nunca se acerca y te habla, y entonces sientes cosas, normalmente
es una mezcla de emociones que no sabemos identificar pero tan solo hemos de
parar unos segundos y abrirnos a las sensaciones que nos entran.
Estamos
deseando conocer a alguien con la que tan solo hemos hablado por teléfono y
cuando oímos su voz nos imaginamos, no a una persona, si no a un conjunto de
emociones que es la verdadera realidad de lo que conocemos.
Somos
humanos y necesitamos el contacto físico, necesitamos que nos acaricien que nos
besen y sentir un escalofrío el final de la espalda, pero nada de esto nos
daría satisfacción si no identificáramos la parte física con la parte
emocional. Muchas veces nos negamos o negamos a nuestra mente la posibilidad de
emocionarnos ante cosas cotidianas, un saludo, un recuerdo, una palabra. Cada
vez las personas nos encerramos más en nosotros mismos, cada vez nuestro
espacio para emocionarnos es más reducido. Estamos relegándolo a un espacio de
música a una película o al momento de intimidad con la pareja. Pero sentir emociones
no puede ser como cuando enciendes un interruptor, no puedes encender o apagar
a tu antojo, porque las emociones siempre están a flor de piel siempre tienen
su momento para aparecer e ignorarlas nos ocasiona estrés y nos altera el alma.
Siempre podemos aprender a controlar estas emociones, pero debemos dejar que
fluyan por nuestro cuerpo, debemos dejar que nuestra mente se pare durante unos
segundos para sentir, para emocionarse, y pasado este instante puedes seguir
adelante. Si intentamos ignorarlas, es cuando los sentimientos se convierten
ira, nos hace estar enfadados y no nos deja ver las cosas con una perspectiva
adecuada. Encuentra aquel instante de intimidad, aquel momento de soledad bajo
las sábanas blancas y el contacto de una piel, y una vez estés allí deja que
las emociones te cubran y te transporten al paraíso de las sensaciones.
Conocemos
a personas, compartimos el hogar, el trabajo, el ocio, pero casi nunca hacemos
caso a las sensaciones que nos aporta el contacto con ellas. Si una persona hace sentirnos mal, incómoda o simplemente un
notamos un rechazo irracional, forma parte de las emociones que sentimos hacía
ella, no debemos ignorarlas, debemos identificar estos momentos y si es
necesario alejarnos lo más posible. Las emociones nos ayuda a estar en paz con
nosotros y con nuestro entorno, de la misma manera que otras veces estar cerca
de alguien nos dispara un sentimiento de placer o de bien estar, ¿por qué
tenemos que renunciar a este sentimiento si la emoción que nos aporta nos ayuda?
Muchas veces evitamos estos contactos porque nos empeñamos en valorar las cosas
como bien o mal, valoramos si es correcto o incorrecto, pero olvidamos que esta
emoción que sentimos en aquel instante es energía y que es una energía positiva
y por lo tanto la debemos aceptar y aprovecharnos de ella.
En el
fondo somos animales que nos movemos de forma instintiva, pero la mayoría de
veces dejamos que la parte más racional de nosotros nos dirija y nos lleve a
momentos caóticos del espacio y del tiempo, cuando lo más sencillo sería dejarse
llevar por las emociones y por nuestro propio instinto. Es sencillo, adivinar
lo que la otra persona desea de ti, lo que necesita recibir y tú lo que
necesitas dar en aquel instante, cierra los ojos y deja que la energía fluya
por tu cuerpo, acepta aquello que estás sintiendo y déjate llevar aunque solo
sea por un instante, abre los ojos y actúa, la mayoría de veces será un gesto,
una paso que te haga estar más cerca de la otra persona o una simple sonrisa y
ese pequeño acto ese impulso, servirá de vía de comunicación y de transmisor de
emociones.
“Cierro los ojos y siento tu sonrisa y que
tus ojos me miran atentamente, y cuando los abro simplemente estás allí
esperando que me acerque y volvamos a empezar”
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