Ayer se terminó el mundo, hay muchos
que no se han dado cuenta, que van por la vida pensado que nada ha ocurrido.
Miro el Facebook y veo que los comentarios son los de siempre, hablan de los
Mayas, como no, hablan de la independencia, de las retalladas y critican a unos
y otros partidos políticos, ya empieza a ser cansino, cuelgan arbolitos y
felicitaciones navideñas, pero tal vez ayer se presentó una oportunidad única,
una ocasión que nos enviaron los Mayas hace tiempo para ayudarnos a reflexionar
sobre nuestra existencia y sobre nosotros mismos.
En el 2008 mi vida sufrió un cambio
brusco, algunos pensaron que era el momento de darme una especie de
escarmiento, de obligarme a renunciar a algunas cosas que tal vez no
necesitaba, y decidieron que hacerme la vida imposible se podía convertir en un
entretenimiento bastante interesante. Pasé así hasta el 2010 pero en estos dos
años me había convertido en una persona mucho más fuerte. Había aprendido que
todo aquello que me quitaron y que pensaron que me entristecería, era simple y
llanamente cosas que no necesitaba. Me di cuenta que existe una vida más allá
del ámbito laboral, y me sentía mucho más fuerte de espíritu. Pero aún así
estas personas que se divertían a mi costa, me seguían viendo como un espécimen
interesante, seguían experimentando conmigo y yo por mi parte cada vez aprendía
más y más las cosas que importantes de la vida.
Ahora estamos terminando el 2012 y tan
solo conservo recuerdos desagradables de los años pasado, ahora siguen buscando
excusas para hacerme infeliz, pero la verdad es que ya no les queda nada, y lo
poco que les queda realmente no me importa en absoluto. He aprendido mucho en
estos cuatro años, he recuperado personas que me querían y he descubierto que
me siguen queriendo y mucho, he mantenido la amistad con compañeros de viaje
que también sufrían como conejito de indias encerrados en una jaula. Pero es
cierto que la amistad se hace más fuerte cuando más dificultades tienes que
compartir. He mirado a la cara a un hombre que ha conseguido sobrevivir, que ha
pagado un precio alto, con su propia salud, pero que aún así está lleno de
energía y quiere volver a ser mucho mejor persona de la que fue en el pasado.
Todo esto, todo lo vivido en estos
años me ha enseñado una cosa, y esa cosa es que debemos aprender a dar la
importancia a las cosas verdaderamente importantes.
Ayer se terminó el mundo, y hoy estoy
sentada escribiendo y no me atrevo a salir a la calle. Hay silencio, el cielo
es azul y todo en casa está muy tranquilo. Estoy convencida que debemos afrontar
este cambio como algo espiritual y tenemos la obligación de cambiar cosas
importantes en nuestra vida, tal vez sea nuestra última oportunidad. Lo primero
que haré será perdonar, creo que no es bueno empezar una nueva vida con rencor
en el corazón. Y a pesar que se que algunos no se darán por aludidos, yo les
digo: _ Te perdono, perdono todo aquello que has hecho para perjudicarme, te
perdono por ser una inútil emocional y te perdono por tu poca imaginación.
También aprovecho para perdonarte por existir, ya que he entendido que estamos
en un mundo imperfecto, y tu no tienes la culpa de haber nacido. Te perdono y a
partir de este instante dejas de ser alguien importante en mi vida_
Lo segundo que debería hacer es ser un
poquito mejor persona, no enfadarme, ayudar a los demás, aunque alguien podría
pensar que tengo una actitud paternalista, lo cierto es que me alimento de la
energía positiva de los otros, y si puedo transformar esa energía me considero
una persona afortunada por haber nacido con este don.
Seguramente tendré que hacer
muchos más cambio en mi vida, pero creo
que de momento tengo trabajo con mis dos primeros propósitos. El día después de
que el mundo se haya acabado reflexionemos
sobre nuestro pequeño mundo particular, reconozcamos lo que hacemos mal,
miremos más allá de nuestra nariz y decidamos que cosas son importantes. El
mundo que nos proponemos es el mundo que tendremos y el que dejaremos a
nuestros hijos, con una pequeña porción de nuestra voluntad podemos cambiar
cosas importantes.
Ayer se terminó el mundo y me siento
feliz de seguir viva, estoy encantada de poder respirar, de moverme y de notar
el sabor de los alimentos. Soy una persona satisfecha de sentir placer y tener
tanta capacidad para amar y para dar placer a los demás. Ni el dinero, ni el
poder, ni el estatus ni siquiera la fama, proporciona tanto bienestar interior,
es cuestión de probar otras formas de vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario