Después de un tiempo lejos de la realidad, vuelvo con ganas
de recuperar el tiempo perdido. En todo este tiempo he cerrado puertas y he
abierto ventanas para poder mirar mas allá de las altas montañas que nublaban
una realidad dormida.
He estado lejos intentando recuperar el control de mis
actos, he olvidado resentimientos que no me llevaban a ninguna parte y he hecho
las paces con el pasado. He hablado mirando a los ojos y he sonreído a la
hipocresía consciente de que los hipócritas lo seguirán siendo haga lo que
haga.
No es fácil reconocer el fracaso pero tampoco resulta fácil
vivir día tras día y aceptarlo como si formara parte de la rutina. En todo este
tiempo he reconducido mis sentimientos, he vuelto a poner los pies sobre la
tierra y he dejado atrás ideas que tan solo se hacían realidad en los sueños
más profundos. He aprendido a respetar a los amigos, a ignorar a los enemigos y
a reconocer que no tengo superpoderes.
Ahora día a día me calzo las botas y salgo a la vida, pero
no las botas negras, ordinarias y sin brillo, sino aquellas otras que hacía
tiempo que no me ponía, las que sirven para pisar fuerte, para pisar a los
ignorantes y para ir más rápido que ellos.
Es fácil vivir la vida sin vivirla, pero no es tan fácil
cuando intentas impregnarte de todo lo que te rodea, de las sensaciones,
alegrías y fracasos de los demás, a eso se llama vivir la vida con intensidad.
Siempre hay un momento que necesitas buscar alguna cosa más.
No es cierto que la vida sea corta, el problema es que nos empeñamos
en hacer que pase demasiado rápido. No pasa nada por dejar de hacer cosas que
no nos gusta, e incluso ¿por qué no? empezar a hacer cosas que hasta ahora
parecía que no te gustaban en absoluto.
Es necesario educar al cuerpo, intentar mantenerlo ágil y aunque con un
poco de dolor, obligar a los músculos a mantenerse en su lugar y luchar contra
la temible fuerza de la gravedad.
En fin, nunca es tarde para hacer algo nuevo y para reconocer
que en algunas cosas estábamos totalmente equivocados. Redecorar lo cotidiano
es tremendamente satisfactorio y sobre todo empezar a ser generosos con
nosotros mismos. Como buena libra que soy, es hora de empezar a equilibrar el
debe y el haber de mi existencia, y eso conlleva hacer cambios, algunos
pequeñitos y otros enormes movimientos que pueden llegar a levantar grandes
murallas.
Hoy es domingo, una tarde de domingo tranquila, todo a mi
alrededor está tranquilo. Mientras escribo estoy escuchando Al Green en el
Spotify, un domingo que se acaba y que dejará paso a una semana seguro que
emocionante y llena de sorpresas y si no fuera así, estoy segura que tengo la
receta para transformarla.
Empecemos la semana con una canción de aquellas que te llenan de energía y que te obligan a bailar aunque nadie te esté mirando
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