LA FRASE

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martes, 9 de octubre de 2012

RECICLAR SENTIMIENTOS


No debemos desperdiciar nada, no podemos tirar cosas que puedan ser reutilizadas y menos aún sin estar seguros que nunca más lo volveremos a necesitar. 



Es María una mujer práctica, vital, empática y sobre todo muy, muy activa. Dedica el tiempo a lo que puede o a lo que la dejan, nunca tiene ni un minuto para sumirse en la holgazanería y normalmente consigue equilibrar su estado anímico para poder estar siempre a la altura de lo que ella misma se exige.

Pero María también es una mujer con pasado, un pasado lejano que guardó un día en una caja adornada de flores de diferentes colores y que con el tiempo, ha ido perdiendo la intensidad de los primeros años. Un día María decidió que no quería volver a amar, sintió que había desperdiciado muchos momentos de su existencia con sentimientos y emociones que no la habían llevado a ninguna parte. Seguía siendo increíble, seguía teniendo un millón de amigos, y seguía siendo la mujer que muchos hubieran deseado en sus vidas, pero se había convertido en una mujer sin emociones verdaderas.

María también tenía un ritual que repetía cada día sin descanso, era un ritual que la hacía sentir viva, que la acercaba a la realidad de la soledad pero que a la vez le hacía reforzar la creencia de que la vida es el mejor regalo que alguien puede tener. Ella se sentía así todos y cada uno de los días que había vivido desde que nació. Recordaba a su madre, una mujer dura y de la que no conservó ni el cariño ni el respeto que seguramente se hubiera merecido. Recordaba a su padre, un hombre trabajador e inteligente que siempre le hizo sentir que era una niña especial. Recordaba a sus hermanos, vitales, jóvenes y fuertes. Recordaba a su mejor amiga, a la que quería casi como a una hermana y se sentía a sí misma tal y como a ella le gustaba sentirse.

María era una mujer feliz, una mujer de nuestros tiempos sin complejos, sin traumas y con el control de su vida. Hacía lo que quería, y tomaba siempre las decisiones pensando en ella misma, en su beneficio, en su salud y en su bienestar. Pero un día María cometió un error, recordó su pasado, recordó una etapa de su vida alejada de la estabilidad del presente. Fue un instante, apenas un suspiro, apenas una brizna de un recuerdo que pasó rozando por su cabeza. Pero aquel instante, por muy insignificante que hubiera parecido a primera vista fue suficiente para que María mirase encima del armario, para que sus ojos se posaran en un caja de colores apagados y sin brillo, y que llevaba mucho tiempo viviendo en un limbo sin vida.

Abrió la caja y los recuerdos la golpearon como el que golpea con fuerza una almohada para hacerla más cómoda y mullida. De pronto el presente desapareció y tan solo quedó en su mente el día que cruzó las cortinas negras para amar por última vez. En la caja no había fotos, no había poemas ni tan solo una frase escrita en un pedazo de papel, tan solo había un flor marchita y un pedazo de aquella tela negra que marcó el adiós de un pasado demasiado doloroso para no haberlo olvidado.

Al día siguiente María se miró al espejo, ya no se sintió tan especial, ya no le parecía que era una mujer feliz , fuerte y alegre, ahora María se veía vulnerable, triste y envejecida, demasiado tal vez para aceptar su propia realidad.

No se lo que le sucedió a María, no se si se convenció a ella misma que debería recuperar aquello que le hizo tan feliz en el pasado, o por el contrario era mejor tirar definitivamente a la basura el recuerdo que tanto dolor le produjo al tener que decir adiós. Toda mujer en el fondo, comparte su vida con una María, debatiéndose entre la sensatez y la locura, intentando decidir en cada momento si dejarse llevar por las emociones o por lo racional. María nunca tomará las mejores decisiones, nunca acertará el camino más adecuado, ni tampoco sabrá reconocer la felicidad cuando la vea, María es esa parte de nosotras que actúa con miedo, la que no quiere equivocarse y la que no quiere arriesgar, la que no quiere perder. María representa aquello que más odiamos de nosotras mismas.


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