LA FRASE

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sábado, 6 de octubre de 2012

LA VIDA EN CIFRAS

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Cifras, estadísticas, números, todo puede ser etiquetado y cuantificado. Para algunos todo es susceptible de ser previsto con anterioridad y algunos incluso viven pensando que siguiendo unos ítems pueden adivinar el futuro. Pero si una cosa es cierta es que siempre hay algo que utilizamos en muy pocas ocasiones, o casi nunca, y que forma parte de nuestras reflexiones creencias y sentimientos, algo que está en nuestro ADN. 


Si todo el mundo actuara con lógica, estoy segura que no existiría la religión, en cambio existe algo difícil de entender para algunos que llamamos fe. No habría personas que dedicara su vida a ayudar a los demás, en cambio estas personas tienen algo que se llama generosidad,  tampoco habría lugar para los que piensan que siempre se tiene que luchar por conseguir un mundo mejor, estas personas son luchadoras. Y entonces yo me pregunto ¿se puede cuantificar la fe, la generosidad y las ganas de luchar?, ¿podemos saber, utilizando la estadística cuantas personas deciden que ha llegado el momento de hacer algo, de imponerse a lo establecido y de luchar por sus ideas?, es totalmente imposible, no podemos cuantificar los sentimientos, no podemos decir, yo te quiero hasta diez y tu me quieres infinito, porque no sabremos si el diez es uno número infinito para el que lo utiliza.

 Pero en los últimos años hemos vivido guiados por la economía, por la política y por influencias externas que nos decían lo que se podía hacer y lo que no, que nos decían a quien debíamos votar o a quien no y que nos reñían cuando no actuábamos según sus instrucciones. Pero lo que nos puede diferenciar de los demás, lo que puede hacer que nos convirtamos en personas diferentes, en personas únicas, en personas imprevisibles es la de actuar según nuestros propios principios.

Me sorprende como, en ocasiones, los principios quedan ahogados cuando nos vemos envueltos dentro de un paquete adornado con un hermoso lazo. Debemos luchar contra los que no nos permiten decidir sobre nuestro futuro, los que no creen que somos capaces de elegir el camino que queremos seguir o los que nos tratan de ignorantes porque pensamos diferente.

Pero aún es mucho peor ver las estrategias que utilizan para intentar influenciarnos, se limitan a criticar y destruir a los demás. Te explican que aquella opción es una locura, que vas a estar mejor cogiendo otro camino, pero tampoco dicen de qué manera lo harán para conseguirlo. El descrédito parece el único argumento y durante mucho tiempo ha funcionado, pero creo que esto se ha terminado. Creo que ha llegado el momento de decidir por nosotros mismos lo que es mejor para nuestro futuro, oigamos a todos, escuchemos atentamente, y preguntemos cuando sus palabras estén bacías de contenido. Debemos disponer de toda la información, debemos reflexionar sobre los pro y los contra, debemos recordar el pasado y no dejar que algunos lo entierren entre montañas de tierra y de escombros, y una vez tengamos todo esto, le debemos dedicar un tiempo razonable para estudiar todas la posibilidades y finalmente tomar la decisión que creamos que es mejor. Utilicemos la información, pero no despreciemos la fe, la capacidad de sacrificio o nuestro espíritu luchador, en definitiva empecemos a creer en nosotros mismos de una vez por todas.

Estoy un poco cansada de oír que la gente se comporta como borregos y que siempre hacen los que su pastor les dice, estoy cansada de oír que la gente es tonta y sobre todo cuando este argumento se utiliza para justificar los fracasos de los partidos, estoy demasiado cansada del que defiendan el borreguismo como opción política.

Esto no puede formar parte de una campaña, no podemos utilizar el descrédito para convencer, utilicemos argumentos, aceptemos fracasos y ofrezcamos alternativas para que todo el mundo puede elegir utilizando el libre albedrío  y decidir su futuro.


Quiero creer que soy algo más que un nombre al final de una lista, que soy un número seguido de letras y sobre todo, no quiero  que algunos piensen que pueden manipular mi voluntad utilizando el miedo y la coacción. Quiero ser fiel a mis principios y a mis convicciones y  si me equivoco decir con orgullo, tal vez me he equivocado pero ha sido decisión mía y asumo las consecuencias. Según una reflexión que me gustaría tomar prestada, ha llegado el momento de moverse del sofá, de utilizar nuestro tiempo en otras cosas que no sea a nosotros mismos, hagamos algo útil, y dejemos de perder el tiempo en tonterías que no nos lleva a ninguna parte.

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