Paseando por un mundo estúpido se
descubren demasiadas cosas que ocurren sin ningún motivo en especial. Paseas
por calles y ves gentes que no saben por qué están allí o cómo han conseguido
permanecer durante tanto tiempo en el mismo sitio y casi sin proponérselo.
Estamos en un maravilloso mundo estúpido lleno de personas que hacen cosas
estúpidas, pero en mis largos paseos y aún sabiendo que todos formamos parte de
esta estupidez, siempre hay cosas que te sorprenden gratamente. Puede ser un
niño, un anciano, un perro una flor o un árbol que está creciendo tan torcido
porque al no tener piernas no puede escapar del lugar donde lo han plantado, y
estas gratas sorpresas hace que te sientas que formas parte de algo un poquito
mejor que de una absoluta estupidez.
La verdad sea dicha hace demasiado
tiempo que camino, que paseo sin un rumbo fijo y sin ninguna intención en
concreto, camino por calles con aceras torcidas o con socavones en el asfalto.
Camino por zonas ajardinadas que han perdido el césped, camino por senderos los
cuales hace tiempo que nadie limpia. Y te das cuenta lo fácil que resulta
tropezar, o caerse, y que si no estás muy atenta te perderás por terrenos
llenos de malezas tan altas que tapan el horizonte y no te dejan ver más allá.
Pero la estupidez es fácilmente
superada por personas que brillan con luz propia, son algunos seres
tremendamente especiales que nos hacen sentir a los demás más estúpidos aun de
lo que somos, más vulgares y menos necesarios. Personas que arrancan la sonrisa
de un niño tan solo con explicar una bonita historia, personas que ayudan a
mejorar la vida de niños y ancianos los cuales han sido enviados a una
dimensión distinta a la nuestra, que no pueden hablar y que no saben como
comunicarnos sus sentimientos. Personas que luchan cada día por hacer que no
seamos tan estúpidos, y se dejan la salud intentándolo, personas que dedican su
vida a los demás, que enseñan a leer, que reparten alimentos, que hacen las
cosas sin esperar nada a cambio. Y cuando miro en mis paseos a mi alrededor tal
vez entonces me doy cuenta que hay más gente increíble de lo que un principio
nos puede parecer, pero que vamos tan ciegos que cada vez nos cuesta más
distinguirlos.
Ayer oí una frase que me pareció
hermosa, un pequeño gesto puede convertirse en una gran ayuda para alguien, y
entonces me cuestiono tanta maldad escondida en esa otra gente que a parte de
ser estúpidos, son personas oscuras, son aquellas que han perdido la luz, que
no solo no hacen gestos por los demás si no que se creen con el poder y la
fuerza moral de pisotear y de destruir a todo aquel que ponga en su camino. El
tramposo, el especulador, el acosador, el ladrón, el aprovechado, el destructor
de almas que roba todo aquello que se pone a su alcance o se apodera de las
cosas a costa de su influencia, estos son los que realmente sobran en nuestro
mundo imperfecto. Y tal vez si desaparecieran si nosotros los estúpidos no
alimentáramos su ego y sus bolsillo, tal vez pasaría como los dinosaurios en
épocas pasadas, tal vez acabarían por extinguirse y llegaría un momento que
nadie los recordaría.
Debería ser una labor de todos, los
estúpidos tenemos que dejar de serlo y empezar a decir que no o a preguntar el
por qué. Lo seres que iluminan nuestras puertas que sigan llenando nuestro
mundo de luz y esperanza, que no se cansen que seguramente un día nos resultará
más grato construir y armonizar que destruir y arrasar. Y a los seres oscuros,
los que estarían mejor si sólo existieran como personajes de una novela de
terror, a estos yo les diría que hace tiempo que dejaron de ser importantes y
que el mundo puede sobrevivir sin ellos.
Mi propia estupidez me está llevando a
cuestionarme razones absolutas, a no dejar que el grupo me lleve por caminos
equivocados o distintos a los que yo quiero tomar, y darme cuenta que cada día
que pasa sin decir que no, cada día corro el riesgo de convertirme en alguien un
poco más estúdido.
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