Los avances en la vida pasan por
etapas, la primera vez que vas al colegio, cuando te enamoras, el primer
trabajo, el primer día de vida en pareja, el primer coche… en fin un montón de
nuevas experiencias que hacen que algo cambie en tu vida, un clic, un nuevo
rasero. Pero existe un cambio esencial, algo que los jóvenes y adolescentes
parece que hayan nacido con él bajo el brazo. El día que dispones de 3G en
teléfono móvil. Es una tremenda emoción que te invade cuando te levantas, y te
das cuenta que estés donde estés, podrás estar conecta al mundo, a los millones
de personas que lo habitan y que además podrás compartir tu vida con ellos.
Se me ocurren un montón de ideas, un
montón de emociones, un montón de situaciones en las que podré navegar por la
red y comentar, hacer y sentir en compañía de montones de otras personas
anónimas o no.
Podré
comentar en Facebook si me levanto con ojeras que me llegan a los pies, o comentar
si por fin voy a tener aquella reunión que no llega nunca y que se está
convirtiendo en un misterio, o que en los 20 minutos del desayuno he podido,
como si batiera un record, comer el bocadillo y el café con leche sin pasarme
del tiempo. Incluso se me ocurre que podría mantener una emocionante sesión de
sexo realmente satisfactorio y multiorgásmico virtual mientras la otra parte
está en el aeropuerto o en medio de una reunión. Podré retar a mis amigos a
juegos varios, podré enviar mensajes por puro capricho y sin que tenga que
constar en la factura de final de mes.
Seguramente
todo esto se me ha ocurrido sin profundizar demasiado en las posibilidades de
expansión que el 3G me ofrece. Pero en los próximos días supongo que por fin mi
mente conseguirá adaptarse al cambio y se me ocurrirán un sin fin de
posibilidades.
No creo
en la privacidad por internet, tengo mi Facebook abierto y publico ideas y
sentimientos en mi blog cada vez que tengo la necesidad. Y eso es simplemente
porque no existe lo privado, nuestras fotografías, nuestras vidas, nuestras
costumbres son siempre públicas y estamos sometidos al control de los demás y
eso es inevitable. Es por eso que no quiero negarme a las nuevas tecnologías, y
no negarse quiere decir aprender a convivir con ellas, a aprovecharme de sus
beneficios y por qué no, a utilizarlas como modo de divulgación de las cosas
buenas que tiene la vida.
Mañana
será un nuevo día, y caminaré pisando fuerte igual que el día que estrenas unos
zapatos de tacón de infarto. Me habré convertido en una nueva persona, haré
cosas que no he podía hacer hasta ahora. Los días que desayune sola, podré
pasar mis 20 minutos interactuando con mi móvil al mismo tiempo que me termino
el café con leche. Y si estoy con amigos haremos guerras para ver quien
encuentra la información por internet y cruzar las mínimas palabras posibles,
20 minutos no dan para conversaciones demasiada profundas.
Buscar,
comentar, compartir, opinar, criticar, espiar, empaparse de las vidas de los
demás, ofrecer puntos de vista que haga que los demás te conozcan tal y como
eres, todo esto lo podré hacer cada día, cada minuto, cada segundo esté donde
esté, haga lo que haga y sienta lo que sienta. Empieza una nueva era en la
república independiente de mi propia realidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario