LA FRASE

Me gustaría tener el tiempo necesario para disfrutar de tu compañía. Tú deberías tener la suficiente curiosidad para permanecer a mi lado y leerme de verdad.

domingo, 1 de enero de 2012

Un simple paseo


Un simple paseo por la calles de una ciudad, nos puede trasladar al pasado de años vividos y olvidados. Elegimos calles transitadas y nos mezclamos entre la gente, tiendas que abren sus persianas, señoras con bolsos anticuados y algunos jóvenes a la búsqueda de alguna cosa. Tú vives un presente en un escenario que parece sacado de una novela y entiendes el por qué la vida resulta tan interesante. Te preguntas que pasa por las cabezas de todas esas personas, cuales han sido las vivencias que las han traído hasta aquel lugar, que les hace caminar por esas calles cada día, personas que abren persianas de comercios diferente y originales.

Entro en una tienda, los colores verdes y tonos de marrones son los que predominan. Monos de trabajo, camisas y pantalones de camuflaje, petates y un sin fin de productos que se mantienen bien colgados en sus perchas, ordenados en sus estanterías y expuestos de la mejor manera posible para atraer la atención de aquellos que entramos llenos de curiosidad. Son cosas que han pertenecido a alguien, objetos que alguna vez formaron parte de un uniforme de personas de las que ahora nadie sabe nada, aunque toquemos un cinturón de piel negra y desgastadas, no podemos adivinar quien se lo ajustó a la cintura, simplemente está allí con una etiqueta blanca que indica el precio y que puede ser adquirido por cualquiera que tenga un poco de interés, curiosidad o una afición fetichista.

Es el día de las tiendas donde todo lo que se vende en viejo, antiguo o simplemente ha sido utilizado por otras personas. La próxima tienda es grande, tiene varios pasillos y todos sus productos están colocados con algún tipo de orden, sin llegar a ser excesivo. El pasillo de las televisiones, alguna hasta parece sacada de un serial de televisión de los años 80. Equipos de música que han perdido el cromado brillante de sus carcasas. Ordenadores con poco interés tecnológico. Un sin fin de artículos que, tal vez, han sido llevados a aquel lugar por la propia necesidad económica pero a la vez pensando que a alguien más le podría interesar. Pero existe algunos pasillos mucho más interesantes, el pasillo donde no entiendes el orden; hay juguetes, algunos antiguos y otros no tanto, instrumentos de música; guitarras, violines un acordeón muy viejo, que no se por qué me lo imaginé en los brazos de un marinero del puerto, colocado en una esquina y llenando el ambiente de sonidos extraños. Pero en este pasillo también he visto zapatos, entonces reflexiono y pienso, ¿qué le puede llevar a una persona a venderse unos zapatos?, no me imagino llenando una bolsa de plástico con zapatos que mis pies ya no soportan, llevándolos a una tienda de compra de artículos de segunda mano y ofrecerlos a cambio de algunas monedas. Relojes, anillos, pendientes broches, gafas de sol, muchas y muchas cosas que la gente ha ido depositando en aquel lugar y que se ofrecen a precio de artículo usado.

Hay más tiendas como esta y lo curioso es que hay personas en ellas mirando y observando con atención por si se les escapa alguna ganga. El día continúa claro y luminoso y también te fijas en las personas que están sentadas en las aceras con platitos en los que puedes depositar monedas, y observo una mujer a lo lejos, me siento conmovida por pensar que existen personas en una sociedad como la nuestra que han de vivir en esa situación. No puedo definir la edad pienso que puede estar entre los 25 o 35 va vestida con ropa cómodo y observo que lleva zapatos en los pies y en las manos, y a medida que me acerco entiendo la magnitud de su desgracia, está obligada a caminar con la espalda absolutamente doblada, y pienso en el pasado que ha tenido que soportar, y sobre todo me preocupa su futuro. No sabría decir donde nació, no podría adivinar sus orígenes, pero sí que pienso que ha de haber solución para casos como este independientemente de donde venga. Dejo a mi espalda a aquella mujer y aunque la miro como a una adulta no puedo dejar de imaginármela como a una niña marginada y condenada a caminar de aquella manera extraña.

Y entonces te das cuenta lo maravilloso y misterioso que es el mundo, y sobre todo las personas que lo habitan. Te das cuenta de lo diferentes que somos unos de otros y de lo inconscientes y egoístas que nos volvemos en nuestro día a día.

Sigo caminando por las calles de la ciudad, calles que no había transitado anteriormente con la lucidez del día, y aunque me marcho satisfecha de mis reflexiones, me quedo con la sensación de que realmente necesito hacer lo que estoy haciendo, pasear, reflexionar, pensar y descubrir todos los pequeños detalles que llenan una existencia que se nos escapa de los dedos en nuestro día a día egocéntrico y monótono.

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