LA FRASE

Me gustaría tener el tiempo necesario para disfrutar de tu compañía. Tú deberías tener la suficiente curiosidad para permanecer a mi lado y leerme de verdad.

miércoles, 23 de junio de 2010

LO DE ANTES


La infancia no fue fácil, desde pequeña encerrada en un cuerpo imperfecto. Obesidad, cara poco agraciada, pelo muy largo; siempre sujeto por dos trenzas, de color castaño y sin brillo, ni lacio ni rizado, apagado y triste. Cuando tenía que comprar ropa siempre tenía que recurrir a tallas grandes. Su corazón era enorme, siempre sonreía incluso cuando estaba triste, siempre hacía ver que no le importaba su aspecto, aunque en ocasiones se sentía como un cardo en mitad de un jardín de rosas. Solía estar entre los raros, aunque en el fondo admiraba a los populares y divertidos. Hacía reír, aunque sus frases y comentarios no eran especialmente elocuentes. Nunca se miraba al espejo porque sus formas eran tan amorfas que no reconocía donde terminaba su cintura y empezaba las caderas.

Pero a pesar de todo, se sentía feliz. Era feliz de vivir en un pequeño piso junto con el resto de la familia, eran seis. Se sentía protegida durmiendo con sus dos hermanas. Le gustaban las colchas con enormes flores rojas y anticuadas incluso para la época.

Sabía que la genética no había sido muy generosa con ella. Había heredado las piernas de su abuela, los pies pequeños y la piel blanca de su padre, el cuerpo de su madre, difícil de controlar. Poca inteligencia y menos capacidad de aprender. Pero aún así se sentía orgullosa de ella misma, porque su constancia la hacía conseguir muchas de las cosas que se proponía. Se sentía una enana en un mundo de gigantes y como un pez dentro de una de esas peceras redondas, pequeñas, donde no hay ni una triste planta de plástico.

Pero aún así, aún en aquel mundo fabricado para otros y donde ella no encontraba su lugar, sentía que era un ser especial. No sabía lo que era, porqué buscó y buscó, y durante toda su niñez y parte de su adolescencia no lo supo ver.

Nunca destacó en nada, dibujaba tan mal que no era capaz de que una pelota, pareciera una pelota. Le costaba entender las matemáticas y cuando tenía que escribir parecía que las palabras se le quedaran atascadas en el cerebro. Cualquier deporte que intentaba, aunque se esforzaba, le parecía que había sido pensado para fastidiarla y nunca, nunca jamás consiguió que ningún profesor hiciera ningún comentario agradable dirigido a ella. Era como un fantasma que ocupaba su pupitre y se limitaba a estar, eso sí, sin molestar, sin hablar y sin dar pie a que se preocuparan por ella.

Pero aún así, aún siendo una parte provisional de la vida de los demás, muchos la querían. No la trataban con crueldad, era tan insignificante que ni eso parecía necesario. Pero tampoco nadie la invitó jamás a ninguna fiesta de cumpleaños o fiesta pijama. Era una sombra que esperaba el momento para dejarse ver tras un foco de luz.

Lo que más le gustaba era leer, leía todo lo que caía en sus manos y cuando lo hacía, siempre era la protagonista, siempre vivía las aventuras que imaginaba y siempre era una persona diferente según la ilustración de la portada.

Pero el tiempo pasa y lo real se vuelve fantasía y empiezas a vivir intentando protagonizar tu propia historia. Y un día te miras al espejo y ves más adentro que ayer. Y ella consiguió ver aquello que había permanecido oculto tanto tiempo, aprendió que lo superficial es lo que nos lleva a equivocarnos. Durante mucho tiempo se buscó, ya no necesitaba refugiarse en los libros explicados por otros, ahora hacía ella misma su propia historia, era capaz de fabricar un mundo donde todos tuvieran su lugar ideal. Supo como mirar dentro de las personas, buscar lo que quería y sacarlo. Aprendió que la mejor recompensa era dar siempre aquello que los demás necesitaban de ella. Y por fin, su mundo ocupó el lugar que le correspondía dentro de un universo diferente y lejano. Aún así construyó a su alrededor una pared muy alta, un muro de contención de sus propios sentimientos, y siguió viviendo su vida dedicada a inspeccionar su interior y el de los demás, simplemente porque era lo que se le daba bien.

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