LA FRASE

Me gustaría tener el tiempo necesario para disfrutar de tu compañía. Tú deberías tener la suficiente curiosidad para permanecer a mi lado y leerme de verdad.

domingo, 8 de agosto de 2010

SUEÑOS, RECUERDOS....


Caminaba por un paseo, bajo la sombra de frondosos árboles. Entre árbol y árbol el espacio era mínimo, de tal manera que sus ramas se tocaban. Todos a la misma altura, todos del mismo color, tonos de verde que se interponían a los rayos del sol. Una niña muy pequeña caminaba bajo ellos, era tan pequeña que apenas había empezado a caminar y cuando miraba al cielo para ver más allá, sus pequeños ojos sólo podían distinguir las hojas de los árboles. Su madre y su hermana caminaban más deprisa y ella quedaba rezagada, no había peligro, era muy temprano y hacía calor, no había nadie más paseando por aquel lugar y sólo pasaba algún que otro coche. Cuando el espacio entre ellas se hacía más amplio la pequeña intentaba correr, pero sus piernas eran demasiado cortas y regordetas y no conseguía caminar más rápido.

Llevaba un hermoso vestido muy cortito y de color blanco con calcetines también cortitos y zapatitos de color oscuro. La pequeña sonreía, le gustaba aquel lugar diferente y especial para un día especial. Le gustaba el largo paseo y le gustaba el no saber hacia donde se dirigía. Sus pasitos cortos hacía que se sintiera cansada, en alguna ocasión creía que la cogían en brazos y todo pasaba a cámara rápida durante unos instantes, pero entonces dejaba de volar y volvía aterrizar en el suelo.

Cuando vuelve a mirar hacía arriba los árboles han sido substituidos por altos muros de piedra, y aunque ya no había árboles, la altísima pared impedía que los rayos de sol la cegara. Al final del muro había una enorme puerta de hierro, y las tres nos paramos delante de ella, era tan alta que la pequeña no podía distinguir las figuras que habían forjado en el hierro, y eso la asustó. Al otro lado del muro y de la puerta había unas extrañas figuras que se movían sin pies, era como si flotaran por encima del suelo y lo hacían gracias a unas enormes alas que llevaban en la cabeza. A parte de los seres que flotaban, la pequeña vio a otro tipo de personas, casi todas estaban muy arrugadas, como cuando te estás demasiado tiempo dentro del agua, caminaban encorvadas o simplemente estaban sentadas sin moverse, sin hablar y mirando hacía ninguna parte. Apreté muy fuerte la mano que me sujetaba y entramos en aquel mundo nuevo para mí, los seres que me miraban no tenían caras y sus ojos eran de un solo color, sus pieles eran casi transparente.

Recuerdo que el jardín era bonito, pero no recuerdo flores de colores sólo había blancas, no había lugar para ningún color más. De pronto el jardín dejó paso a una gran sala, no había muebles y sólo unos grandes ventanales dejaban pasar la claridad del exterior. El suelo de la sala era de grandes cuadros blancos y negros, como si de un tablero de ajedrez se tratara. Uno de los seres misteriosos, de aquellos que caminaban sin pies delante de nosostras, con ayuda de las enormes alas que le salía de los laterales de la cabeza. Con cada paso los cuadros del suelo se hacían más grandes, con cada paso mis pies caminaban más despacio, hasta que finalmente llegamos al final y bajo una gran ventana había una mujer, era muy anciana y nos miraba con la expresión muy seria, no sonreía y tenía la piel tan arrugada que sus facciones habían desaparecido por completo.

Entonces sentí miedo.

De forma recurrente, he soñado muchas veces con esta secuencia de imágenes. En cada sueño añadía o quitaba algún elemento. En ocasiones el paseo era corto, otras veces era tan largo que nunca llegaba a cruzar la puerta que me llevaba hasta aquel jardín misterioso. Pero un día alguien me explicó que aquello no era un sueño, que se trataba de un recuerdo, tal vez es el primer recuerdo de mi vida.

Era una niña muy pequeña, no había cumplido ni tres años, era una tarde de primavera y junto con mi madre y mi hermana fuimos a una residencia en la que las monjas cuidaban de los ancianos. Fuimos a visitar a mi bisabuela, una anciana muy viejita muy triste y enfadada, con la que años más tarde me volví a encontrar, pero yo ya era mucho mayor y ella había muerto.

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