
Hoy he tenido una revelación, he entendido, por fin, como funciona esto de vivir. He entendido que hay cosas que se pueden hacer y otras que no. Pero son leyes no escritas y normas impuestas que estamos acostumbrados a acatar sin discutir.
¿En que lugar está escrito, por ejemplo, que no le puedas decir a un amigo o amiga, “te quiero mucho” sin que parezca que te lo quieres llevar a la cama?. ¿Quien dice que no puedes hacer el amor en cualquier lugar y momento?. Quien prohibe que no puedas dar tu opinión siempre que te apetezca. Donde está escrito que no puedas abrazar, ni besar ni tocar a alguien y además disfrutar haciéndolo. ¿Por qué no puedes estar sola si te apetece? Y además autocomplacerte sexualmente si estás teniendo un día estresado. ¿Tan raro es que ames a tu pareja y que te apetezca estar con ella? O simplemente ¿por qué parece tan descabellado tener otros amigos con los que hablar y compartir otras inquietudes? Nadie dice que tengas que hacer siempre lo que los demás quieran, y no estaría demás poder explicar tus secretos y no estar sometida, desde aquel instante, a un juicio eterno. ¿Por qué no podemos ser malos de vez en cuado? ¿Tan terrible es pasearte por el lado oscuro?. No pasa nada por salir a la calle sin ropa interior si además, nadie se va a dar cuenta. Tampoco pasa nada si un día decides que ya no quieres soportar más al compañero imbécil y además se lo dices. Por qué tenemos que aguantar, algunas mujeres, oír cosas como. _”¡Pues vaya amiga que eres, que no te dejas! Y tu a callar y dices “Si no lo hago contigo es porque no quiero”.
Tampoco pasaría nada por tener la libertad para decirle a alguien: _ Me gustaría intimar contigo, pero si me dices que no, lo entenderé y no insitiré_ No es justo que no puedas pedir un abrazo por miedo al qué dirán o vestir de forma sexi simplemente porque te gustas y quieres que todo el mundo se de cuenta que estás buena. No creo que sea necesario renunciar a los placeres de la vida simplemente porque no es moda o no se lleva.
La felicidad es algo que tenemos que cuidar, pero nos reprimimos tanto, que casi siempre nos perdemos las mejores cosas de la vida. El ser humano, tiene fecha de caducidad y por tanto los pequeños momentos, las personas a las que más quires, los amigos, los amantes, los maridos, los hijos y los padres y hermanos se han de conservar, han de estar en un lugar fresco, bien ventilado y sobre todo ordenado en una estantería imaginaria que haga que no se mezclen. No des la espalda a tu “yo” interior, a aquel que sólo sale de vez en cuado y que el resto del tiempo permanece encerrado en el interior de ti mismo.
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